jueves, 3 de octubre de 2013

Rafael Alfonzo, venezolano por conviccion

Maria Elena Mendoza E.


En 1910 Venezuela era un país agrícola cuyos principales renglones de exportación eran el café y el cacao. Caracas seguía siendo la ciudad de los techos rojos. El procesamiento de nuestro cereal se encontraba aún en estado primitivo, pues en gran parte del país se molía el grano con ayuda del pilón de madera y todavía existían molenderas que acompañaban su arduo trabajo con los pintorescos cantos del pilón. En aquella Venezuela rural, en aquella nación del maíz, comenzó una industria dedicada a procesar, lo que con el tiempo, se enhebraría en nuestra tradición gastronómica y que aún hoy mantiene su vigencia en el tiempo: la Maizina Americana, fabricada desde entonces por Alfonzo Rivas & Cía.

Con una filosofía de puertas abiertas, que incluye la oficina de su presidente, Rafael Alfonzo H., sucesor de don Santiago Alfonzo Rivas, se ocupa especialmente de continuar ese sueño que por generaciones se ha venido cultivando y hoy lo materializa la corporación y quienes lo siguen construyendo. Casado con María Alejandra López Degwitz, tienen cuatro hijos: María Alejandra, Fabiana, Clarissa y Ricardo Andrés. Amante del golf y la equitación, hoy dedica su tiempo fuera de oficina a trabajar por el país “porque es nuestro deber ciudadano”.
Es ignaciano, ingeniero químico, y tiene una maestría en Tecnología de Alimentos de la Universidad de Massachussets. Actualmente presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP), Capítulo Venezolano, presidente honorario del Consejo Venezolano de la Industria (CONINDUSTRIA), de la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) y miembro del directorio de Fedecámaras. Actualmente preside el CEDICE  y es director de Liderazgo y Visión. Como uno de los líderes empresariales más carismáticos se ha convertido en promotor de las Asambleas de Ciudadanos y de los Congresos Estadales (Congreso Federal de Ciudadanos) como instancia de discusión de políticas públicas locales en el seno de las comunidades.

–Involucrado como has estado en la política, y ahora parcialmente retirado, ¿cuáles son tus reflexiones en este período de descanso?
–Descanso ¡nunca! Hoy tengo las mismas preocupaciones por las cuales acepté ir a la Mesa de Negociaciones en representación de Fedecámaras, fue una respuesta a mi propia necesidad de hacer algo por mi país y estoy siempre en la defensa y lucha de lo que debe garantizarse que es la libertad por encima de todas las cosas y el respeto a los derechos constitucionales. Venezuela tiene que asumir la responsabilidad de poder garantizarles a nuestros hijos un país democrático y libre.
Yo quiero poder ver a mis hijos de frente con la tranquilidad de saber que he hecho todo para entregarles esa Venezuela que hoy corre tanto peligro.
Esa filosofía del “yo-yo”, donde sólo veo lo mío y lo que me interesa y me afecta de cerca, debería migrar a una conciencia más responsable, no únicamente garantizándose el individuo su propia tranquilidad, con miopía y con mercantilismo, como sucedió en las ultimas cinco décadas, promoviendo la no participación de una gran mayoría y generando entonces más pobreza, inequidad y exclusión.

–Tú, ante todo, eres empresario, no político.
–Si ser político es defender el derecho a la libertad, entonces sí, soy político.

–Después de tanto esfuerzo y trabajo, ¿cuál es el aprendizaje?
–Nosotros hemos creído siempre que somos diferentes, cómodos, gracias al petróleo. No hemos tenido necesidad de competitividad gracias al proteccionismo y la poca disposición a crecer añadiendo valor. Dependemos del Estado, de obtener las cosas fácilmente, esperamos que un tercero haga las cosas por nosotros. Esa negligencia del pasado fue lo que me llevó a ocuparme más de la gente, de defender la libertad. A mí me enseñaron que los valores y los principios no se pueden dejar perder y yo voy a hacer todo lo que pueda para  garantizarlos. Y cuando las instituciones no son capaces de defender los principios y los valores de la libertad, llegan al caos y eso es lo que está pasando en Venezuela. Por eso digo que llegó el momento en que cada venezolano reflexione y decida cuál es su responsabilidad en este momento. Su comodidad y falta de compromiso pudiera estar hipotecando su libertad.
Nosotros constituimos Cedice (Centro de Divulgación del Conocimiento Económico) como una fuente importante de lo que es el concepto fundamental del libre mercado y lo que significa la economía de mercado, a través de las escuelas austriacas, y otras experiencias en el mundo, para explicarle a la gente cosas que no le enseñaron en las universidades.
Hay que formar líderes. Ya hemos formado a 680 muchachos en Liderazgo y Visión. Y con eso te quiero decir que no soy nada pesimista,  más bien soy de los que piensan que la esperanza es lo último que se pierde, pero hay que dedicarse a trabajar.

– ¿Cuál es la responsabilidad de las nuevas generaciones en este proceso?
–Cuando fui presidente de la Cámara de Industriales de Caracas, al principio era muy proteccionista. Asumía posiciones muy radicales contra el liberalismo y la apertura arancelaria. En un momento dado, gracias a buenos amigos liberales, decidí  investigar otras corrientes y me di cuenta de que yo estaba equivocado. Nosotros tenemos que entender que la Venezuela de hoy tiene que tomar las riendas y le hago un llamado a la juventud. Los jóvenes están esperando que nosotros hagamos algo y les resolvamos el problema.

– ¿Pero no será que tampoco les hemos sabido transmitir a los jóvenes que se tienen que involucrar?
–Cuando mataron a los estudiantes de Kennedy, pocos salieron a la calle a protestar. En mis tiempos, si eso hubiera pasado se hubiera incendiado Caracas. Algo está pasando. Hay una apatía generalizada. Cuando hay un régimen totalitario, el miedo se apodera de la gente. La gente teme por sus bolsillos también.
Tenemos que preguntarnos ¿qué estoy haciendo yo por este país? o qué no estoy haciendo, porque cuando tu hijo te pregunte lo que hiciste, es importante que tengas una respuesta. Mi generación es la que ha tenido mayores oportunidades de salir adelante y, sin embargo, es la más gris.
Los jóvenes tienen que entender que no pueden repetir esto, tienen que despertar. Ellos viven el presente y no están pensando en el futuro, quieren ser el presente, pero tienen que dar un paso al frente, son la mayoría, tienen la claridad de la problemática social de este país y son muy sensibles. Esa es la semilla que no podemos dejar perder. Por eso es que tienen que formarse, entender que no son “sabelotodo”, que hay metodologías, que se requiere de esfuerzo, dedicación y trabajo diario.

– ¿Será que no saben qué es lo que hay que hacer?
–Yo te pregunto, ¿qué tipo de estructura tienen montada en las universidades que les permita conocer la realidad? ¿Qué tan proactivos son en invitar a los diferentes actores del país para aprender? ¿Qué actividades tienen ellos, por ejemplo, en cuanto a incorporarse a los partidos políticos?
Nosotros, por ejemplo, estamos fundando desde enero, con las organizaciones Mujeres por la Libertad, Gente del Petróleo, Súmate, Liderazgo y Visión, Ciudadanía Activa y la Red de Asambleas de Ciudadanos, los Congresos Federales y Estadales de Ciudadanos. Sin sectarismo, para darles espacios a todas las organizaciones que deseen plantear casos y conseguir soluciones en concordancia con los siete derechos constitucionales. Ya tenemos dieciséis Congresos Táchira, Zulia, Mérida, Trujillo, Lara, Portuguesa, Nueva Esparta, Bolívar, Carabobo, Aragua, Caracas, Anzoátegui, Miranda, Monagas, Cojedes y Barinas. La idea es que esto llueva hacia todo el país, a todos los venezolanos.
Esta es una nueva forma de estructura parlamentaria que contribuye a la forma de interactuar de los ciudadanos, donde haya el respeto y la facilidad de poder llevar distintas posiciones y de llegar a consensos generales desde el punto de vista de la organización, la presentación, la hegemonía. Estas organizaciones están tomando mucha fuerza, con representación de muchos ciudadanos de muchas comunidades y tienen tanta fuerza y peso, que difícilmente algún político se atreva a ir en contra de ellas.

–¿Asambleas como reemplazo a la institucionalidad política?
–Una de las tragedias más graves de Venezuela es que los partidos políticos, no formaron un liderazgo de gobernabilidad y estructuras internas que les permitieran atraer a los jóvenes. Tomaron las instituciones ciudadanas como la   sindical, la empresarial, los colegios profesionales y hasta las asociaciones de vecinos. Sacaron los liderazgos de ahí. El ciudadano se quedó solo y siente que no tiene a dónde acudir. Por eso establecimos este mecanismo donde, se defienden los derechos constitucionales: los civiles, los sociales, los políticos, los culturales, los del ambiente, los indígenas y los económicos.

–¿Cómo compartes la tarea empresarial con la familiar y política?
–Cuando uno está dispuesto siempre tiene el tiempo que quiere tener. Duermo muy poco y tengo menos actividades con mi familia, pero tengo treinta años haciéndolo. Para mí la palabra “no”, no existe y creo que mientras uno se organice y tenga el deseo y la pasión de hacer las cosas, va a conseguir el tiempo para poder ayudar, es más fácil decir “no puedo”, pero si tú tienes ese sentido interno y la satisfacción de saber que puedes ayudar, vale la pena que lo hagas.


Alfonzo ha logrado concluir proyectos y ha alcanzado numerosos objetivos. Eso ha sido la consecuencia de un plan, de una estrategia. Pero, más allá de eso, es el resultado de la confianza y  el optimismo de que, pese a las dificultades, con esfuerzo, perseverancia y clara orientación se pueden obtener resultados positivos. Incansable y luchador, Rafael Alfonzo H., transpira ese amor profundo por Venezuela, en sus palabras se percibe la inquietud de un hombre que siente la patria; desearíamos que su ejemplo provocara un contagio masivo. Si así fuera, tendríamos más y mejores líderes y un futuro grandioso, seguramente a un ansiado corto plazo.

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