En 1910 Venezuela
era un país agrícola cuyos principales renglones de exportación eran el café
y el cacao. Caracas seguía siendo la ciudad de los techos rojos. El
procesamiento de nuestro cereal se encontraba aún en estado primitivo, pues
en gran parte del país se molía el grano con ayuda del pilón de madera y
todavía existían molenderas que acompañaban su arduo trabajo con los
pintorescos cantos del pilón. En aquella Venezuela rural, en aquella nación
del maíz, comenzó una industria dedicada a procesar, lo que con el tiempo, se
enhebraría en nuestra tradición gastronómica y que aún hoy mantiene su
vigencia en el tiempo: la Maizina Americana, fabricada desde entonces por
Alfonzo Rivas & Cía.
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Con una filosofía
de puertas abiertas, que incluye la oficina de su presidente, Rafael Alfonzo
H., sucesor de don Santiago Alfonzo Rivas, se ocupa especialmente de continuar
ese sueño que por generaciones se ha venido cultivando y hoy lo materializa la
corporación y quienes lo siguen construyendo. Casado con María Alejandra López
Degwitz, tienen cuatro hijos: María Alejandra, Fabiana, Clarissa y Ricardo
Andrés. Amante del golf y la equitación, hoy dedica su tiempo fuera de oficina
a trabajar por el país “porque es nuestro deber ciudadano”.
Es ignaciano,
ingeniero químico, y tiene una maestría en Tecnología de Alimentos de la
Universidad de Massachussets. Actualmente presidente del Consejo Interamericano
de Comercio y Producción (CICYP), Capítulo Venezolano, presidente honorario del
Consejo Venezolano de la Industria (CONINDUSTRIA), de la Cámara Venezolana de
la Industria de Alimentos (Cavidea) y miembro del directorio de Fedecámaras. Actualmente
preside el CEDICE y es director de
Liderazgo y Visión. Como uno de los líderes empresariales más carismáticos se
ha convertido en promotor de las Asambleas de Ciudadanos y de los Congresos
Estadales (Congreso Federal de Ciudadanos) como instancia de discusión de
políticas públicas locales en el seno de las comunidades.
–Involucrado como
has estado en la política, y ahora parcialmente retirado, ¿cuáles son tus
reflexiones en este período de descanso?
–Descanso
¡nunca! Hoy tengo las mismas preocupaciones por las cuales acepté ir a la Mesa
de Negociaciones en representación de Fedecámaras, fue una respuesta a mi
propia necesidad de hacer algo por mi país y estoy siempre en la defensa y
lucha de lo que debe garantizarse que es la libertad por encima de todas las
cosas y el respeto a los derechos constitucionales. Venezuela tiene que asumir
la responsabilidad de poder garantizarles a nuestros hijos un país democrático
y libre.
Yo quiero poder ver a mis hijos de frente con la tranquilidad de saber
que he hecho todo para entregarles esa Venezuela que hoy corre tanto peligro.
Esa filosofía del “yo-yo”, donde sólo veo lo mío y lo que me interesa y
me afecta de cerca, debería migrar a una conciencia más responsable, no
únicamente garantizándose el individuo su propia tranquilidad, con miopía y con
mercantilismo, como sucedió en las ultimas cinco décadas, promoviendo la no
participación de una gran mayoría y generando entonces más pobreza, inequidad y
exclusión.
–Tú, ante todo,
eres empresario, no político.
–Si ser político
es defender el derecho a la libertad, entonces sí, soy político.
–Después de tanto
esfuerzo y trabajo, ¿cuál es el aprendizaje?
–Nosotros hemos
creído siempre que somos diferentes, cómodos, gracias al petróleo. No hemos
tenido necesidad de competitividad gracias al proteccionismo y la poca
disposición a crecer añadiendo valor. Dependemos del Estado, de obtener las
cosas fácilmente, esperamos que un tercero haga las cosas por nosotros. Esa
negligencia del pasado fue lo que me llevó a ocuparme más de la gente, de
defender la libertad. A mí me enseñaron que los valores y los principios no se
pueden dejar perder y yo voy a hacer todo lo que pueda para garantizarlos. Y cuando las instituciones no
son capaces de defender los principios y los valores de la libertad, llegan al
caos y eso es lo que está pasando en Venezuela. Por eso digo que llegó el momento
en que cada venezolano reflexione y decida cuál es su responsabilidad en este
momento. Su comodidad y falta de compromiso pudiera estar hipotecando su
libertad.
Nosotros constituimos Cedice
(Centro de Divulgación del Conocimiento Económico) como una fuente importante
de lo que es el concepto fundamental del libre mercado y lo que significa la
economía de mercado, a través de las escuelas austriacas, y otras experiencias
en el mundo, para explicarle a la gente cosas que no le enseñaron en las
universidades.
Hay que formar líderes. Ya hemos formado a 680 muchachos en Liderazgo y
Visión. Y con eso te quiero decir que no soy nada pesimista, más bien soy de los que piensan que la
esperanza es lo último que se pierde, pero hay que dedicarse a trabajar.
– ¿Cuál es la
responsabilidad de las nuevas generaciones en este proceso?
–Cuando fui
presidente de la Cámara de Industriales de Caracas, al principio era muy
proteccionista. Asumía posiciones muy radicales contra el liberalismo y la
apertura arancelaria. En un momento dado, gracias a buenos amigos liberales,
decidí investigar otras corrientes y me
di cuenta de que yo estaba equivocado. Nosotros tenemos que entender que la
Venezuela de hoy tiene que tomar las riendas y le hago un llamado a la
juventud. Los jóvenes están esperando que nosotros hagamos algo y les
resolvamos el problema.
– ¿Pero no será que
tampoco les hemos sabido transmitir a los jóvenes que se tienen que involucrar?
–Cuando mataron
a los estudiantes de Kennedy, pocos salieron a la calle a protestar. En mis
tiempos, si eso hubiera pasado se hubiera incendiado Caracas. Algo está
pasando. Hay una apatía generalizada. Cuando hay un régimen totalitario, el
miedo se apodera de la gente. La gente teme por sus bolsillos también.
Tenemos que preguntarnos ¿qué estoy haciendo yo por este país? o qué no
estoy haciendo, porque cuando tu hijo te pregunte lo que hiciste, es importante
que tengas una respuesta. Mi generación es la que ha tenido mayores
oportunidades de salir adelante y, sin embargo, es la más gris.
Los jóvenes tienen que entender que no pueden repetir esto, tienen que
despertar. Ellos viven el presente y no están pensando en el futuro, quieren
ser el presente, pero tienen que dar un paso al frente, son la mayoría, tienen
la claridad de la problemática social de este país y son muy sensibles. Esa es
la semilla que no podemos dejar perder. Por eso es que tienen que formarse, entender
que no son “sabelotodo”, que hay metodologías, que se requiere de esfuerzo,
dedicación y trabajo diario.
– ¿Será que no
saben qué es lo que hay que hacer?
–Yo te pregunto,
¿qué tipo de estructura tienen montada en las universidades que les permita
conocer la realidad? ¿Qué tan proactivos son en invitar a los diferentes actores
del país para aprender? ¿Qué actividades tienen ellos, por ejemplo, en cuanto a
incorporarse a los partidos políticos?
Nosotros, por
ejemplo, estamos fundando desde enero, con las organizaciones Mujeres por la
Libertad, Gente del Petróleo, Súmate, Liderazgo y Visión, Ciudadanía Activa y
la Red de Asambleas de Ciudadanos, los Congresos Federales y Estadales de
Ciudadanos. Sin sectarismo, para darles espacios a todas las organizaciones que
deseen plantear casos y conseguir soluciones en concordancia con los siete
derechos constitucionales. Ya tenemos dieciséis Congresos Táchira, Zulia,
Mérida, Trujillo, Lara, Portuguesa, Nueva Esparta, Bolívar, Carabobo, Aragua,
Caracas, Anzoátegui, Miranda, Monagas, Cojedes y Barinas. La idea es que esto
llueva hacia todo el país, a todos los venezolanos.
Esta es una
nueva forma de estructura parlamentaria que contribuye a la forma de
interactuar de los ciudadanos, donde haya el respeto y la facilidad de poder
llevar distintas posiciones y de llegar a consensos generales desde el punto de
vista de la organización, la presentación, la hegemonía. Estas organizaciones
están tomando mucha fuerza, con representación de muchos ciudadanos de muchas
comunidades y tienen tanta fuerza y peso, que difícilmente algún político se
atreva a ir en contra de ellas.
–¿Asambleas como
reemplazo a la institucionalidad política?
–Una de las
tragedias más graves de Venezuela es que los partidos políticos, no formaron un
liderazgo de gobernabilidad y estructuras internas que les permitieran atraer a
los jóvenes. Tomaron las instituciones ciudadanas como la sindical, la empresarial, los colegios
profesionales y hasta las asociaciones de vecinos. Sacaron los liderazgos de
ahí. El ciudadano se quedó solo y siente que no tiene a dónde acudir. Por eso
establecimos este mecanismo donde, se defienden los derechos constitucionales:
los civiles, los sociales, los políticos, los culturales, los del ambiente, los
indígenas y los económicos.
–¿Cómo compartes la
tarea empresarial con la familiar y política?
–Cuando uno está
dispuesto siempre tiene el tiempo que quiere tener. Duermo muy poco y tengo
menos actividades con mi familia, pero tengo treinta años haciéndolo. Para mí
la palabra “no”, no existe y creo que mientras uno se organice y tenga el deseo
y la pasión de hacer las cosas, va a conseguir el tiempo para poder ayudar, es
más fácil decir “no puedo”, pero si tú tienes ese sentido interno y la
satisfacción de saber que puedes ayudar, vale la pena que lo hagas.
Alfonzo ha logrado
concluir proyectos y ha alcanzado numerosos objetivos. Eso ha sido la
consecuencia de un plan, de una estrategia. Pero, más allá de eso, es el
resultado de la confianza y el optimismo
de que, pese a las dificultades, con esfuerzo, perseverancia y clara
orientación se pueden obtener resultados positivos. Incansable y luchador,
Rafael Alfonzo H., transpira ese amor profundo por Venezuela, en sus palabras
se percibe la inquietud de un hombre que siente la patria; desearíamos que su
ejemplo provocara un contagio masivo. Si así fuera, tendríamos más y mejores
líderes y un futuro grandioso, seguramente a un ansiado corto plazo.
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