jueves, 3 de octubre de 2013

Ana Karina Álamo D’Alessandro, la pasión por el piano

QUIERO SER FAMOSA PARA TOCAR EL ALMA DE LA GENTE
Maria Elena Mendoza

Rapidez, agilidad mental, espontaneidad, seguridad en sí misma, voluntad, simpatía y belleza. Esos serían algunas de las características que podríamos observar en Ana Karina Álamo D’Alessandro. Una pianista dedicada a crecer y ser, a como de lugar, famosa y reconocida por su talento y esa energía que pone en su mente, corazón y manos cuando toca una pieza.


Pisanista desde los 5 años de edad, esta linda joven se ha presentado en diferentes salas de Caracas, en el interior del país y también en Austria, Alemania, España, Brasil y Estados Unidos, incluyendo Nueva York, en el “Weill Recital Hall” del Carnegie Hall. Y con esa misma gracia y habilidad, lo hará en el Caracas Country Club, durante la ya tradicional celebración navideña de este año.

Leer y plasmar en esta entrevista la trayectoria de Ana Karina, los concursos en los que ha participado y sus logros artísticos, privaría al lector de escuchar de su propia voz lo que anhela, desea, sueña, y está dispuesta a sacrificar para alcanzar sus objetivos.

Al terminar sus diez años de clases de piano, paralelamente a sus estudios de bachillerato en la Academia Mérici, abandonó su intención de estudiar Odontología y se fue a Nueva York, de donde regresa dispuesta a continuar desarrollando su genio musical.

-“Me di cuenta de que era imposible hacer las dos cosas al mismo tiempo. Yo lo pensé mucho y me dije que si no me dedicaba por completo al piano, no llegaría a donde quiero. Estaba en mi sangre, el piano era lo primero en mi cabeza”.

¿Cómo empezó todo?
-Mi mamá estaba intentando enseñar a mi hermana mayor a tocar piano, yo siempre estaba por ahí y le decía, a los 4 años, que yo quería aprender. Ella no me hacía mucho caso hasta que un día mi abuela fue la que le dijo que dejara de intentar con mi hermana y se dedicara a mí. Y así fue. Mi mamá se dio cuenta que yo tenía una facilidad enorme. Tocábamos y cantábamos y era yo la que siempre quería continuar. Así fue como comencé en la Escuela de Música de Olga López. Ahí estudié toda mi vida.

Lo bueno de esa escuela es que cada tres meses te hacían un examen, y al  final, si sacabas 20, te ganabas la oportunidad de presentarte en el Teatro Teresa Carreño. Imagínate lo que fue para mí que, por primera vez, a los 6 años me correspondió ese honor.

-Había mucha motivación y empuje por el empeño de mi mamá, había un placer interno porque me gustaba la música y por otro lado había mucho entusiasmo por parte de la escuela. Una educación integral que incluía además coro, armonía e historia de la música.

Dime tres cosas que te llevaron a ser lo que eres
- En primer lugar, mi mamá y mi papá, que tanto se esforzaron por darme todas las herramientas para poder estudiar como lo he hecho, de estudiar ciencias, flamenco y gimnasia olímpica; segundo, mi profesora de piano que no sólo me enseñó a tocar el instrumento, sino a conocerlo, a sentirlo, a expresar, a través de él, mis sentimientos y mis pasiones. Además de la clase había una comunicación muy estrecha y muy íntima. En tercer lugar, te diría que la estimulación de dar conciertos. El estar siempre tocando, el público, las felicitaciones, presentarte ante una audiencia que le gusta lo que haces y cómo lo haces, es muy satisfactorio e importante en una carrera artística.

Ana Karina debutó en orquesta a la edad de 9 años, ejecutando la obra “Pequeña Fantasía, concierto para piano y orquesta compuesto especialmente para ella por Alejandro Slobodianik. Ha actuado como solista con diferentes orquestas como la Sinfónica de Venezuela, Sinfónica Municipal de Caracas, Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, New Ámsterdam Symphony Orchestra, entre otras, y bajo la batuta  de directores como: Gustavo Medina, Igor Lanz, Eduardo Rhan, Eduardo Marturet, Sergio Bernal, entre otros. En 1992, a los 10 años, Ana Karina fue invitada a participar como solista con una orquesta compuesta sólo por mujeres de distintos estados de Venezuela, dirigida por María Octavia Issa, para celebrar el Día Internacional de la Mujer.

¿Con una vida tan intensamente dedicada al piano, cómo es tu vida social?
- Siempre he salido. He encontrado tiempo para ir a fiestas, dice riéndose ante el comentario. Pero claro que me perdí de muchos paseos, tampoco pude por ejemplo, jugar voleibol ni patinar, por miedo a sufrir alguna herida en las manos. También dejé de salir con mi familia en oportunidades porque tenía que quedarme a estudiar. Hoy en día salgo bastante, no creas… Lo que pasa es que es algo que llevo por dentro. Me acuesto todos los días practicando hasta las doce de la noche, pero no porque alguien me obligue sino porque yo me lo exijo a mi misma.

¿Cuál es la etapa más difícil en tantos años de estudio?
- Cuando llegué a los doce años  empecé a flojear, esa es un período muy importante. Es en ese momento cuando se decide si se sigue o no. Esa es la edad donde se retira la mayoría, por las fiestas, etc. Mi mamá me presionaba y un día le dije que si me repetía que estudiara, lo dejaba. Ella no me dijo nada más por una semana. Ahí me di cuenta de que si no estudiaba, no iba a poder presentarme con mi profesora sin saberme las piezas, empecé a echarle pichón y seguí hasta que pasé esa época y, a medida crecía y me metía en competencias, la satisfacción me conquistó totalmente.

- La música depende mucho del sentimiento. Al estudiar una pieza, uno tiene que interpretar y a la vez transmitir la historia o el sentimiento que el compositor estaba viviendo en esa época. Por eso es que los músicos tenemos un temperamento muy especial y muy “sube y baja”, porque vivimos intensamente las emociones.
Me pasa con mi familia que a veces me sienten más sensible. A veces nos cuesta entendernos, por la sensibilidad que la música despierta en un artista.

Esta joven pianista grabó su primer disco compacto a la edad de 12 años con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, bajo la dirección de Eduardo Marturet. Fue condecorada con la Orden José Félix Rivas, por el Ministerio de la Familia, en 1997, en reconocimiento a su destacada trayectoria. En octubre de 2004 Ana Karina fue merecedora de una beca de excelencia académica por la Manhattan School of Music, donde obtuvo el título de Licenciada en Música, mención Performance.

¿Cuál ha sido el momento más emocionante de tu carrera?
-Han sido varios. La primera vez que toqué en la sala Ríos Reyna del Teresa Carreño. Otra, cuando estaba pequeña y me escribieron una obra especialmente para mÍ. El compositor fue el profesor Alejandro Slobodianik, compuso una obra para mi y otra para Kristhyan Benítez, El Concertino. Krysthyan y yo crecimos juntos, nos conocimos desde los 5 años y hoy en día somos novios. El también se presentará conmigo en el concierto de diciembre en el Club. Vamos a tocar a dos pianos. Después un coro cantará canciones de navidad, en el mismo show.
Otro momento fue cuando toqué con una orquesta de puras mujeres. Y otro en Ibiza, en un concurso de cientos de participantes. Quedé de segunda a los 17 años y el ganador tenía 30. Eso fue un momento estelar, en la audiencia estaba presente la Reina de Grecia. También cuando me gané como premio, el tocar en el Carnegie Hall de Nueva York.

¿Cuál ha sido el momento más frustrante?
- Han sido muchos también. Recuerdo una vez que envié un CD a un concurso y no me aceptaron. Fue mi primer “no” en el exterior. También me pegó mucho cuando llegué a Nueva York siendo una de las primeras en Venezuela y allá era la número equis…  Eso fue un cambio muy fuerte. En París cuando tampoco me aceptaron en una escuela. Por eso en la Escuela de Manhattan me dediqué como si fuera el principio. El último año me fui fortaleciendo y terminé bien. Siento que todavía me falta por conseguir la meta. Por eso me gustaría irme a Europa para reforzar lo que ya he obtenido. Estoy esperando la respuesta de una academia en Italia.

¿Cuáles son tus compositores favoritos?
- Para mí, más que un compositor favorito como tal, me identifico con las obras, dependiendo si ella va con mi personalidad, y generalmente son las composiciones de Teresa Carreño, Chopin,  Mozart,  Bach. La Sonata Opus 22 de Shumann que toqué cuando ustedes llegaron es una pieza que me fascina por su pasión, su energía.

¿Cuál es tu sueño?
- Yo quiero ser famosa sin sacrificar mi vida personal. Quiero formar una familia, pero ahorita, que no he comenzado esa etapa de mi vida, quisiera ser famosa, no tanto por el éxito en si  mismo, sino para poder llevarle a la gente lo que siento. Es mi alma la que se mete dentro de la música y me encantaría que mucha gente sienta mi alma y yo tocar la del público a través de mi música. Eso lo sientes cuando terminas y el público responde con la misma intensidad con la que yo interpreté. Uno siente cuando a la gente le llega la música al corazón. Yo me concentro, hago meditación y me preparo antes de salir al escenario. A veces siento tanto mi alma cuando toco, que se me salen las lágrimas en plena presentación.

¿Algún consejo para la juventud de hoy?
-Yo sé que es difícil llegar allá arriba. Pero no voy a dejar de intentarlo.
Uno tiene que hacer lo que realmente ama y jamás dejarlo para después.

Ana Karina no se detiene cuando habla. Todo lo dice con el sentimiento, de quien cree que una vida se le hace corta para todo lo que quiere hacer. Agradece a Dios por los padres que tiene, los maestros que ha tenido y tener ese ímpetu y esa pasión que no la detiene. Con esa seguridad sobre si misma, y el amor por lo que hace, continúa soñando y trabajando por su fama y su éxito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario