QUIERO SER FAMOSA PARA TOCAR EL ALMA DE LA GENTE
Maria Elena Mendoza
Rapidez, agilidad mental, espontaneidad,
seguridad en sí misma, voluntad, simpatía y belleza. Esos serían algunas de las
características que podríamos observar en Ana Karina Álamo D’Alessandro. Una
pianista dedicada a crecer y ser, a como de lugar, famosa y reconocida por su
talento y esa energía que pone en su mente, corazón y manos cuando toca una
pieza.
Pisanista desde los 5 años de edad, esta linda
joven se ha presentado en diferentes salas de Caracas, en el interior del país
y también en Austria, Alemania, España, Brasil y Estados Unidos, incluyendo
Nueva York, en el “Weill Recital Hall” del Carnegie Hall. Y con esa misma
gracia y habilidad, lo hará en el Caracas Country Club, durante la ya
tradicional celebración navideña de este año.
Leer y plasmar en esta entrevista la
trayectoria de Ana Karina, los concursos en los que ha participado y sus logros
artísticos, privaría al lector de escuchar de su propia voz lo que anhela,
desea, sueña, y está dispuesta a sacrificar para alcanzar sus objetivos.
Al terminar sus diez años de clases de piano,
paralelamente a sus estudios de bachillerato en la Academia Mérici, abandonó su
intención de estudiar Odontología y se fue a Nueva York, de donde regresa
dispuesta a continuar desarrollando su genio musical.
-“Me di cuenta de que era imposible hacer las
dos cosas al mismo tiempo. Yo lo pensé mucho y me dije que si no me dedicaba
por completo al piano, no llegaría a donde quiero. Estaba en mi sangre, el
piano era lo primero en mi cabeza”.
¿Cómo
empezó todo?
-Mi mamá estaba intentando enseñar a mi
hermana mayor a tocar piano, yo siempre estaba por ahí y le decía, a los 4
años, que yo quería aprender. Ella no me hacía mucho caso hasta que un día mi
abuela fue la que le dijo que dejara de intentar con mi hermana y se dedicara a
mí. Y así fue. Mi mamá se dio cuenta que yo tenía una facilidad enorme.
Tocábamos y cantábamos y era yo la que siempre quería continuar. Así fue como comencé
en la Escuela de Música de Olga López. Ahí estudié toda mi vida.
Lo bueno de esa escuela es que cada tres meses
te hacían un examen, y al final, si
sacabas 20, te ganabas la oportunidad de presentarte en el Teatro Teresa
Carreño. Imagínate lo que fue para mí que, por primera vez, a los 6 años me
correspondió ese honor.
-Había mucha motivación y empuje por el empeño
de mi mamá, había un placer interno porque me gustaba la música y por otro lado
había mucho entusiasmo por parte de la escuela. Una educación integral que
incluía además coro, armonía e historia de la música.
Dime
tres cosas que te llevaron a ser lo que eres
- En primer lugar, mi mamá y mi papá, que
tanto se esforzaron por darme todas las herramientas para poder estudiar como
lo he hecho, de estudiar ciencias, flamenco y gimnasia olímpica; segundo, mi
profesora de piano que no sólo me enseñó a tocar el instrumento, sino a
conocerlo, a sentirlo, a expresar, a través de él, mis sentimientos y mis
pasiones. Además de la clase había una comunicación muy estrecha y muy íntima.
En tercer lugar, te diría que la estimulación de dar conciertos. El estar
siempre tocando, el público, las felicitaciones, presentarte ante una audiencia
que le gusta lo que haces y cómo lo haces, es muy satisfactorio e importante en
una carrera artística.
Ana Karina debutó en orquesta a la edad de 9
años, ejecutando la obra “Pequeña Fantasía, concierto para piano y orquesta
compuesto especialmente para ella por Alejandro Slobodianik. Ha actuado como
solista con diferentes orquestas como la Sinfónica de Venezuela, Sinfónica
Municipal de Caracas, Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón
Bolívar, New Ámsterdam Symphony Orchestra, entre otras, y bajo la batuta de directores como: Gustavo Medina, Igor Lanz,
Eduardo Rhan, Eduardo Marturet, Sergio Bernal, entre otros. En 1992, a los 10
años, Ana Karina fue invitada a participar como solista con una orquesta
compuesta sólo por mujeres de distintos estados de Venezuela, dirigida por
María Octavia Issa, para celebrar el Día Internacional de la Mujer.
¿Con
una vida tan intensamente dedicada al piano, cómo es tu vida social?
- Siempre he salido. He encontrado tiempo para
ir a fiestas, dice riéndose ante el comentario. Pero claro que me perdí de
muchos paseos, tampoco pude por ejemplo, jugar voleibol ni patinar, por miedo a
sufrir alguna herida en las manos. También dejé de salir con mi familia en
oportunidades porque tenía que quedarme a estudiar. Hoy en día salgo bastante,
no creas… Lo que pasa es que es algo que llevo por dentro. Me acuesto todos los
días practicando hasta las doce de la noche, pero no porque alguien me obligue
sino porque yo me lo exijo a mi misma.
¿Cuál es la etapa más difícil en tantos años
de estudio?
- Cuando llegué a los doce años empecé a flojear, esa es un período muy
importante. Es en ese momento cuando se decide si se sigue o no. Esa es la edad
donde se retira la mayoría, por las fiestas, etc. Mi mamá me presionaba y un
día le dije que si me repetía que estudiara, lo dejaba. Ella no me dijo nada
más por una semana. Ahí me di cuenta de que si no estudiaba, no iba a poder
presentarme con mi profesora sin saberme las piezas, empecé a echarle pichón y
seguí hasta que pasé esa época y, a medida crecía y me metía en competencias,
la satisfacción me conquistó totalmente.
- La música depende mucho del sentimiento. Al estudiar
una pieza, uno tiene que interpretar y a la vez transmitir la historia o el sentimiento
que el compositor estaba viviendo en esa época. Por eso es que los músicos
tenemos un temperamento muy especial y muy “sube y baja”, porque vivimos
intensamente las emociones.
Me pasa con mi familia que a veces me sienten
más sensible. A veces nos cuesta entendernos, por la sensibilidad que la música
despierta en un artista.
Esta joven pianista grabó su primer disco
compacto a la edad de 12 años con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, bajo la
dirección de Eduardo Marturet. Fue condecorada con la Orden José Félix Rivas,
por el Ministerio de la Familia, en 1997, en reconocimiento a su destacada
trayectoria. En octubre de 2004 Ana Karina fue merecedora de una beca de
excelencia académica por la Manhattan School of Music, donde obtuvo el título
de Licenciada en Música, mención Performance.
¿Cuál ha sido el momento más emocionante de tu
carrera?
-Han sido varios. La primera vez que toqué en
la sala Ríos Reyna del Teresa Carreño. Otra, cuando estaba pequeña y me
escribieron una obra especialmente para mÍ. El compositor fue el profesor Alejandro
Slobodianik, compuso una obra para mi y otra para Kristhyan Benítez, El
Concertino. Krysthyan y yo crecimos juntos, nos conocimos desde los 5 años y
hoy en día somos novios. El también se presentará conmigo en el concierto de
diciembre en el Club. Vamos a tocar a dos pianos. Después un coro cantará canciones
de navidad, en el mismo show.
Otro momento fue cuando toqué con una orquesta
de puras mujeres. Y otro en Ibiza, en un concurso de cientos de participantes.
Quedé de segunda a los 17 años y el ganador tenía 30. Eso fue un momento
estelar, en la audiencia estaba presente la Reina de Grecia. También cuando me
gané como premio, el tocar en el Carnegie Hall de Nueva York.
¿Cuál
ha sido el momento más frustrante?
- Han sido muchos también. Recuerdo una vez
que envié un CD a un concurso y no me aceptaron. Fue mi primer “no” en el exterior.
También me pegó mucho cuando llegué a Nueva York siendo una de las primeras en
Venezuela y allá era la número equis…
Eso fue un cambio muy fuerte. En París cuando tampoco me aceptaron en
una escuela. Por eso en la Escuela de Manhattan me dediqué como si fuera el
principio. El último año me fui fortaleciendo y terminé bien. Siento que
todavía me falta por conseguir la meta. Por eso me gustaría irme a Europa para
reforzar lo que ya he obtenido. Estoy esperando la respuesta de una academia en
Italia.
¿Cuáles
son tus compositores favoritos?
- Para mí, más que un compositor favorito como
tal, me identifico con las obras, dependiendo si ella va con mi personalidad, y
generalmente son las composiciones de Teresa Carreño, Chopin, Mozart,
Bach. La Sonata Opus 22 de Shumann que toqué cuando ustedes llegaron es
una pieza que me fascina por su pasión, su energía.
¿Cuál
es tu sueño?
- Yo quiero ser famosa sin sacrificar mi vida
personal. Quiero formar una familia, pero ahorita, que no he comenzado esa
etapa de mi vida, quisiera ser famosa, no tanto por el éxito en si mismo, sino para poder llevarle a la gente lo
que siento. Es mi alma la que se mete dentro de la música y me encantaría que
mucha gente sienta mi alma y yo tocar la del público a través de mi música. Eso
lo sientes cuando terminas y el público responde con la misma intensidad con la
que yo interpreté. Uno siente cuando a la gente le llega la música al corazón.
Yo me concentro, hago meditación y me preparo antes de salir al escenario. A
veces siento tanto mi alma cuando toco, que se me salen las lágrimas en plena
presentación.
¿Algún consejo para la juventud de hoy?
-Yo sé que es difícil llegar allá arriba. Pero
no voy a dejar de intentarlo.
Uno tiene que hacer lo que realmente ama y
jamás dejarlo para después.
Ana Karina no se detiene cuando habla. Todo lo
dice con el sentimiento, de quien cree que una vida se le hace corta para todo
lo que quiere hacer. Agradece a Dios por los padres que tiene, los maestros que
ha tenido y tener ese ímpetu y esa pasión que no la detiene. Con esa seguridad
sobre si misma, y el amor por lo que hace, continúa soñando y trabajando por su
fama y su éxito.
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