DEDICACION
ENTUSIASTA, ENERGIA PURA Y PASION INTENSA…POR LA VIDA!!
Maria Elena Mendoza E.
Tiene que ser así. Ahora entiendo porqué
no le gusta cocinar. Cuando el espíritu tiene su vigor en hacer de la vida
mucho más que un simple tránsito terrenal, la energía se adquiere con la
satisfacción de dar, más que de recibir. Alimentarse viene siendo un requisito
indispensable para sobrevivir, nunca un culto o una devoción.
Flor Isava
nació y creció dedicada al ballet, la pintura, el piano, a sus estudios de historia y literatura y dice
con frecuencia: “Yo soy una intelectual prestada al deporte y que éste se
olvidó devolver”. Se educó e Europa, en colegios de Bélgica e Inglaterra,
en donde practicó un poco de Hockey y Equitación.
De regreso a Venezuela, a fines de 1939, empezó su
carrera deportiva en firme, destacándose en Tenis, Golf, Equitación y Natación,
ganando muchas competencias entre los cuales, un subcampeonato nacional de
Golf, y el más destacado en Equitación al lograr clasificar para el equipo que representaría
a Venezuela en las Olimpíadas de Berlín en 1956. Para su gran decepción, una
fractura de fémur la imposibilitó para competir y la condenó a 10 años de
inactividad debido a una osteomielitis.
La primera
mujer, en un mundo de hombres
Flor Isava es una mujer fuera de serie. No
sólo ni lo más importante porque fue la primera mujer que entró a formar parte
de la asamblea del Comité Olímpico Internacional (COI), en 1981, de la mano de
Juan Antonio Samaranch, elegido presidente un año antes, sino que también fue
la primera que perteneció a la Comisión Ejecutiva, del mismo comité, en el
periodo comprendido entre 1990 y 1994. Sin duda, la primera mujer que penetraba
un mundo dominado por varones.
“Fíjate que cuando entré en el Comité
Olímpico, era un club de hombres y nunca se soñó que entrara una mujer. El
presidente Samaranch decidió que abriría las puertas a las mujeres y me
correspondió a mí ser la primera. Se cambió el saludo… Señoras y señores…
¡Imagínate! ante 80 hombres. No me quedé tranquila. El COI tiene una Junta
Directiva y me dije, yo voy para allá y empecé a trabajar por eso. Trabajando
es como se logran las cosas. Nunca pensando que es un sacrificio. Así no sirve,
porque un sacrificio es una cosa odiosísima”.
Siempre me ha tocado trabajar con
hombres y nunca me he sentido discriminada o menospreciada. Se trata de demostrar tu competencia en el trabajo y
el guáramo que tienes para defender tus posiciones.
Coqueta, perseverante, optimista y feliz.
Amante de Bolívar y de Sucre. Esta gentil dama que tanto orgullo, prestigio y
fama le ha brindado a Venezuela en el ámbito olímpico internacional, es además
ordenada, fina y amable. En su casa observamos más de un centenar de trofeos y
condecoraciones. Hasta un facsímil de “Le Figaro” que titula “La première
femme au Comité Olympique ». Aunque quizás lo que más desborda es una sincera humildad y
una franca sencillez, para quien retó las costumbres y tradiciones de una
sociedad formada para el universo masculino en las décadas de 1970 y 1980.
En los ancestrales Juegos Olímpicos, las
mujeres no sólo tenían prohibido participar. De hecho, tenían prohibido
siquiera entrar en las zonas de competencia como espectadoras. Si las
descubrían allí, el castigo era la muerte. Entonces las mujeres crearon sus
propios juegos, dedicados a la diosa Hera. Hermana-esposa de Zeus, a quien
eran dedicados los Juegos Olímpicos.
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Una
fundación para los olvidados
Pero, ¿Cómo es que una dama elegante y
educada en Inglaterra, a los 80 años decide que todavía quiere hacer algo más?
“Había que amoblar mi otoño con las cosas
que me gustan. Porque yo soy así. Ya estaba en lo más alto que podía lograr. La
primera mujer en formar parte del Comité Olímpico Internacional. Ya soy miembro
honoraria por méritos. Toda la vida me ha gustado organizar cosas, especialmente
las cosas difíciles y de ayuda a los demás, me gustan las cosas útiles. La
gente me pregunta por mi eterna juventud, digo que es precisamente porque no
tengo tiempo para ocuparme de mi misma ni
de lo que
hacen los demás, pues tengo mucho que hacer por quienes necesitan ayuda”.
“Ese es el final de mi vida… A mi
alrededor vi muchas personas vivir de nostalgia y de fastidio cuando tuvieron
que dejar sus actividades: canto, deporte, pintura, lo que fuera. Yo dije, no.
A mi no me va a pasar nada de esto en mi vejez -o en mi otoño si no queremos
utilizar la palabra vejez-. Me voy a preparar. En 1989, se me ocurrió organizar
una fundación, pero ¿para hacer qué? Entonces
pensé que ya habían fundaciones para los niños, para el sida,
tuberculosos. Como me gusta trabajar con adultos, pensé en las cárceles, donde
nadie quiere ir”.
“Hay el concepto generalizado de que quien
comete un crimen tiene que pagarlo y tiene que sufrir, pero ¿y después? ¿Cuándo
salga qué? Algún día va a salir y tiene que volver en la sociedad. Un día me
conecté con el director de la cárcel de Ciudad Bolívar y le dije que estábamos
preparados para dar cursos con Rolando Hernández, quien es hoy en día la
estrella en eso, para ver como nos desenvolvíamos. Es un medio muy difícil,
triste y negativo. Y te observan, ¿quién es esta señora de la High y qué viene
a buscar aquí?”
“Entonces dicté un taller, sobre el por qué las
cosas y el destino. Terminamos panas del alma y nos sentamos a armar cursos de
autoestima, autogestión, autocrítica. De todo lo que se necesita saber y
entender para vivir ese paso por una cárcel”.
En cinco años reuní 5 millones de
bolívares con lo cual monté la oficina y comienzo a viajar por todo el país,
tanto así que la línea aérea AVIOR, conociendo mis movimientos y el carácter de la Fundación, me nombró
viajera honoraria y ahora yo no pago pasaje en esa línea.
“Extendimos la labor a los barrios. Clubes
familiares comunales. No me van a creer, es más difícil allí que en las
cárceles. Porque los presos están confinados a estar allí sin hacer nada, están
ansiosos de recibir cualquier cosa. En cambio en los barrios, las juntas
directivas son puestas por ellos, pero cambian, se van los buenos, no hay
reemplazos. En 1995 el IND empieza a darnos fondos para los dos programas, en
el 2001 el IND nos quitó el apoyo económico. Pero yo no me espanto con nada.
Me fui a la CANTV, y tomaron el programa
de las cárceles. Los que quedaron fuera fueron los clubes comunales pero allí
tienen las misiones del Gobierno”.
“Esa obra da una satisfacción inmensa, una
obra que compensa todo lo desagradable que pueda ser para otros, porque no lo
es para mí. No es por echarme flores pero yo me siento muy bien en mis
cárceles. La última vez estuve en El Rodeo, les entregamos una buena cantidad
de materiales como balones de voleibol, baloncesto, etc. Un aporte de 600 mil
bolívares más los cursos, uniformes, etc. Esto ha generado los juegos
internárseles y un movimiento de solicitudes de materiales que se les entrega a
los presos directamente con un mensaje de confianza. Yo soy entre dulce y
amarga, y los responsabilizo por sus equipos.
Esa Rosa que
no es Linda
Hablando de reos no puedo dejar de
hablarle del caso que impactó a Venezuela entera. La sentencia al presunto
agresor de Linda Loaiza por la juez Rosa Cádiz, que lo absolvió de toda
culpabilidad.
“Las cosas que estamos viendo son
terribles, y lo peor es que nos estamos acostumbrando. Yo trato de no ver
televisión, las noticias. Porque lo que no puedo cambiar, no quiero ni saber.
Esto no tiene sino una definición: el drama. Y una mujer que haya dictado esa
sentencia, lo hace doblemente dramático. La recompensa de este trabajo está en
las cartas que recibo de los presos; agradecimientos, donde dicen cómo han
cambiado”.
“Doña Flor cuando yo llegué aquí, a esta cárcel,
yo no creía en nada, ni en mi mismo. Ahora soy otro hombre. Ahora creo en la
vida. Yo más nunca voy a volver a delinquir y voy a ser cada día mejor. He
compuesto una canción que dice así: Un día encontré una flor, esa flor se ocupó
de mí y más nunca volveré a caer”.
Esa canción es el himno de la cárcel de Cumaná y ganó el 1er premio de un concurso de
música carcelaria.
La vida es
bella y morirse es de mal gusto
“Seguiré trabajando en lo que me gusta
mientras pueda hacerlo. Trabajando es como se logran las cosas. Y lo he hecho
con una inmensa alegría de vivir. Por
eso quiero seguir viviendo, la vida es bella y morirse, es de mal gusto”.
La humildad de su carácter obliga a sentir
admiración por esta señora del mundo olímpico internacional, que exhibe en su
cálido hogar fotografías con personalidades de alta magistratura e importancia:
Nelson Mandela e Indira Ghandi, los más admirados por Doña Flor. El Rey Juan
Carlos de España, la Reina Paola de Bélgica, y el propio Samaranch reposan en
sus vívidos recuerdos de mayor participación deportiva.
Flor Isava insiste en que el éxito se
alcanza cuando se tiene una idea muy clara de las posibilidades de cada quien y
una perseverancia sostenida en la consecución de los objetivos. Y para los
hijos las herramientas fundamentales son: enseñarlos a ser fuertes, a resolver,
no quejarse y ser independientes. Pero sobre todo, hay que comprenderlos para
darles seguridad.
Tiene una familia pequeña pero unida y
solidaria, que se apoya en todo. Que mantiene un optimismo envidiable por la
vida, por ese maravilloso don de Dios, de permitirnos seguir existiendo. Flor
Isava es un ejemplo de mujer, de humanidad, de atleta y de gerencia, que a los
83 años se mantiene activa haciendo de ese amor por la vida, un pedacito de
ilusión en los que, desde sus celdas, no alcanzan a verla con esa misma pasión.
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