En 1949, en la casa
del Country Club, fui elegida Reina de Venezuela… ¡perdón! Reina de Belleza… ¡por
Carambola!, ya que el jurado de “ancianos”, de 35 a 40 años, eran amigos míos.
Cumplía entonces 17, no he cambiado mucho, ahora mis favoritos andan por los 90
y pico.
Cuando era una niña,
mi apariencia era la de un cuerpo largo, flaco y feo, hasta que me enviaron a
un colegio en Estados Unidos. Allí caí en manos de Beatriz, Teresita y Dolorita
Branger, quienes me moldearon y transformaron en una señorita; en resumen: domaron
una potranca, la enseñaron a caminar, a maquillarse y sobretodo, a “aplastar”
la maraña del cabello.
Durante una fiesta en
el Club del Comercio, en Maracaibo, el gobernador tomó el micrófono y anunció
que yo era la representante del estado Zulia en el concurso. Poco después, en
octubre, todas las candidatas desfilamos con traje largo, en el Country Club.
Cuando me tocó el turno, mientras caminaba, me quité un largo guante, me
desabroché el collar y se lo entregué a Ángel Álamo; descubrí ligera y
lentamente uno de mis hombros y los más viejos me aplaudieron. El resultado fue
que quedé electa. Las Damas de honor fueron Margarita Olavaria, por el estado
Carabobo; Belén Gómez, por el Distrito Federal; Beatriz Anselmi, por el estado
Táchira y María Benedetto por el estado Bolívar.
Poco después en Perú, fui
favorecida con el título Reina del Caribe y Amazonas. Cuando me preguntaron los
periodistas cómo me sentía, les contesté: ‘’la belleza es el único recurso no
renovable’’.
Siempre recuerdo con
mucha impresión lo que me dijo Eugenio Mendoza cuando me felicitó: ‘’Myriam,
haz que tu beldad sea útil’’. Entonces pensé: ¿Por qué casi todas las
ganadoras somos descendientes de europeos? Debe ser la alimentación. Y
entonces me dediqué, con otras muchachas, a visitar los ranchos para
explicarles a las madres de bajos recursos, cómo dentro de la escasa economía,
podían alimentar mejor a sus hijos.
Con la fama ganada,
gracias a los viejos del Country, trabajé con éxito en muchas instituciones
benéficas: ‘’La Ciudad de los Muchachos’’ con Pepito Herrera, dirigida por el
Padre Alfonso Vaz; ‘’Charitas’’ del Arzobispado de Caracas; el ‘’Dividendo
Voluntariado de la Comunidad’’, del empresariado venezolano y ‘’FEDEX’’ para el
tratamiento a adictos a drogas.
Varios libros fueron
publicados con mis inspiraciones de viajes por el mundo y biografías históricas
sobre personajes admirados: mi padre, Arístides Bastidas y Antonio Alamo, mi
marido
Para
concluir quisiera recordar que mi familia tiene una larga relación con el Club:
Papá fue miembro propietario, mis hijos Myriam, Antonio, Alicia, y los nietos
Simón, Eduardo, Juan e Isabella, han jugado y crecido en sus campos y allí fui
seleccionada yo, reina por Carambola, hace más de medio siglo.
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