miércoles, 16 de julio de 2014

Irene Calcaño es la Dama del Abanico



Maria Elena Mendoza
@marielmendozae

Desde hace ya mucho tiempo Italia y Francia, reconocidos por la producción de abanicos en el siglo pasado, dejaron de fabricarlos; sin embargo, España continúa la tradición, a pesar de las nuevas tendencias para “echarnos aire”, y en Valencia existe una producción de estos coquetos accesorios que se exporta a todo el mundo.

En Caracas, Irene Calcaño, quien desde pequeña se destacó por la creatividad de sus dibujos y proyectos musicales, ha desarrollado como buena emprendedora una artesanía abaniquera que, en la patria ibérica, causaría una revolución sorprendente de esta legendaria industria.

Luego de emigrar de la literatura y la pintura y alcanzar el éxito como escritora de telenovelas en RCTV, Irene se vio sin profesión un buen día y retomando sus dotes de artista plástica decidió firmar sus obras de arte, esta vez en abanicos, como “Calo”, así como firmaba sus pinturas.

“Me vi obligada a retomarme como pintora, pero había perdido años, y jamás podría competir con artistas plásticos de trayectoria, de manera que tenía que buscarme un nicho vacio, y fueron los abanicos. Fue una aventura loca porque la Venezolana no es dada a usarlos, pero mi intuición me guió, y gracias a la Virgen del Valle, tuve éxito, a tal punto que hoy en Venezuela a los abanicos se les dice CALO, y a mí, curiosamente, me llaman la ‘Dama del Abanico’.”

Irene se confiesa artista desde pequeña. Desde los 3 años bailaba, cantaba, pintaba, decoraba, diseñaba, escribía. Y siempre con éxito: “Me escogían de solista, mis dibujos ganaban los concursos en el Colegio, mis trabajos siempre estaban en la cartelera, y ya en quinto grado, sin haber estudiado música, formé un coro, al que dirigí hasta tercer año”.

A los 15 años diseñaba sus vestidos de baile, los de su hermana y hasta el vestido de novia de una que otra amiga. Con todos esos dones Irene no sabía de lo que estaba hecha.

“Tenía todos esos dones y NO LO SABIA. No sé si fue porque en mi casa nadie me lo dijo o porque asumieron que al tenerlos me daba cuenta y era mejor no celebrarlos ni aplaudirlos, no fuera que terminara en una buhardilla en Roma,  de actriz, en la televisión, o en algún burdel de Paris. El hecho es que fui becada para estudiar en La Real Academia de San Fernando en Madrid, pero me enamoré, me casé, y perdí la beca, con la inmensa fortuna de que mientras mi matrimonio fracasaba,  en Venezuela fundaban la Escuela de Artes en la Universidad Central de Venezuela, con cinco menciones, y allí, en medio de escritores, músicos, cineastas, teatreros, actores, poetas y locos, por primera vez en mi vida me sentí, en casa, en mi tienda, con mi camada. ¡No era un enano verde! Con ellos, me descubrí y lo más importante: me gusté”.
Su papá insistió en que tomara clases con Pedro Centeno Vallenilla, reconocido pintor y además cercano a la familia, lo que contribuyó a que fuese aceptada en su taller, a pesar de su cortísima edad. Pero solo asistió a dos clases, porque cuando su mamá se bajo a buscarla, vio que el modelo era un hombre desnudo, y las clases de pintura se acabaron para ella, “que se dedique a pintar bodegones, flores, para allá no vuelve más”, le dijo.


Irene Calcaño se dedicó a escribir telenovelas posteriormente y con mucho éxito.

“Cuando me cerraron el canal (RCTV) y me quedé como astronauta sin NASA, a falta de trabajo, todos mis amigos colegas con quienes escribía, se exilaron, porque aquí ya no había oportunidades y me vi obligada a retomarme como pintora, pero había perdido anos, y jamás podría competir con artistas plásticos de trayectoria, de manera que tenía que buscarme un nicho vacio, y fueron los abanicos. Fue una aventura loca pero mi intuición me guió, y gracias a la Virgen del Valle, tuve éxito, a tal punto que hoy en Venezuela a los abanicos se les dice CALO, y a mí, cómicamente, me llaman la “Dama del Abanico”. Y hoy en día me los encargan desde Madrid, Marbella, Miami, México, Panamá, Colombia, en fin…me he vuelto internacional, más de lo que fui escribiendo telenovelas”.  

La muestra está en estos abanicos que son más que un accesorio, son una obra de arte.

abanicalos@gmail.com