jueves, 3 de octubre de 2013

CORNELIS ZITMAN ES AHORA AMIGO DE VENEZUELA POSITIVA

Maria Elena Mendoza
Cornelis Zitman ha obtenido diversos premios, entre los cuales se encuentran el Premio Nacional de Escultura del Salón de Artes Plásticas de Caracas (1951), el Primer Premio de la Bienal de Escultura de Budapest (1971), el Premio Adquisición del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en la Bienal de Artes Visuales (1981) y el Premio Especial del «Kotaro Takamura Grand Prize Exhibition» del Museo Hakone, Tokio (1982). En 2005 fue condecorado con la Orden del León Neerlandés.
Su estilo se inspira de forma directa en la morfología de las comunidades indígenas de Venezuela, sumergiéndose en la figura femenina por medio de unas formas suaves y directas que tanto recuerdan a artistas de la vanguardia como Maillol.
A día de hoy su producción está reconocida a nivel mundial y las exhibiciones de la misma se suceden por todo el mundo, al igual que su participación en las más importantes ferias de arte.
62 años viviendo en Venezuela, casado en Venezuela y con hijos venezolanos, Cornelis Zitman, nacido en Leiden, Países Bajos, el 9 de noviembre de 1926, expresa, casi con timidez, su triste incomodidad por no haber intentado nacionalizarse después que un gestor se birlara de su intención de hacerlo, pocos años después de su llegada al país en 1947.
“Hoy reconozco que de haberme hecho venezolano quizás me hubiera incorporado a la política y no hubiera desarrollado el arte y la escultura, pero me siento muy honrado porque hoy la Fundación Venezuela Positiva me incluye entre sus amigos.”
Heraclio Atencio, presidente de la Fundación Venezuela Positiva, Bélgica Rodríguez, Carlos Rafel Silva, Oscar Carpio, Socorro De Armas, entre otros, dieron la bienvenida a un grupo de allegados al maestro para participar del emotivo acto de entrega de una placa en reconocimiento a la trayectoria y significancia de la obra artística de Cornelis Zitman, venezolano de corazón.
“Cornelis Zitman desarrolla su gran talento como dibujante y luego diseñador al punto que ingresa como profesor titular en la Facultad de Arquitectura de la UCV, aportando sus conocimientos, disciplina y extraordinario talento al terreno estudiantil. Aquí en El Trapiche se desarrolló la mayor parte de su obra, edificada desde los restos de una chimenea de lo que se pensó incluso fue en sus inicios, un convento de monjas. Para Venezuela Positiva es un orgullo, un honor y un privilegio honrar al maestro Zitman el día de hoy”, señaló Atencio.
Desde El Trapiche, en el valle de La Trinidad, hoy perteneciente al patrimonio nacional de Venezuela, Cornelis comienza su obra, gracias a lo cual esa asombrosa casa será en un futuro, un importante centro cultural: el museo Zitman.
Hijo de una familia de constructores, asistió a la Academia de Bellas Artes de La Haya. Cuando en 1947 la defensa del imperio colonial holandés amenazaba con llamarlo a las filas destino a Indonesia, huyó a Venezuela, donde lo esperaba uno de sus hermanos, residenciándose en Coro. Vera Roos, quien fuera su novia, se reúne con él, convirtiéndose en su esposa y compañera de toda una vida. Juntos, partieron hacia Caracas.
 “La Mujer sentada” es ante todo una creación que recuerda al autor su primera ambición, seguir un camino artístico.
“Cuando me dieron el premio yo dije, ¡esta gente no entiende nada!, cuenta Cornelis ante la risa de sus invitados, lo que pasa es que el doctor Villanueva (Carlos Raúl) y los que formaban el jurado veían muy bien. Y vieron cosas que yo no veía, que sólo vi años más tarde cuando dejé la pintura y me dediqué a ser esculturista”.
La primera obra escultórica de Zitman se exhibió en 1968 en el principal museo de bellas artes de Caracas. Poco después, el escultor recibió una visita de Dina Vierny, la famosa modelo de diversos artistas que había establecido una próspera galería de arte en el París de la posguerra y fundó el Musée Maillol en 1995. La visita de Vierny no sólo desembocó en la adquisición de muchas de sus obras, sino que marcó el comienzo de su carrera internacional, ya que organizó exhibiciones de su “cher sculpteur” por todo el mundo.
Como el mismo Cornelis lo recuerda, Venezuela lo atrapó a pesar de las incongruencias con su estilo y compostura europea. Luego de idas y venidas a Grenada y Holanda esquivando rigurosidades políticas, como las elecciones de 1958, vuelve para quedarse en su acogedor Trapiche.
“Lo que hay es que tener suerte para que cuando uno deja su país, se encuentre con un capitán de un barco que lo lleve a donde debe llevarle, dice el maestro, ya soy un viejo que quiere quedarse en su casa. Como no me adapté a la informalidad propia del país, viví aislado aquí en mi Trapiche y hoy me satisface al menos haber tenido dos hijos venezolanos y nietos venezolanos, en este país que ha sido mi segunda casa”.

Cornelis Zitman. Un artista que entró al arte de la mano de Picasso, vive rodeado de un centenar de esculturas que él mismo ha catalogado como “un refugio para crear, en forma  íntima, personajes y situaciones cuya presencia ilusoria se deriva de una realidad de la cual me siento privado, excluido y que me acobarda al mismo tiempo”. Sin embargo, esa reclusión voluntaria, alejado de la cotidianidad urbana y evitar agitarse entre sus coterráneos en la vía de la vida, no evitó que se hiciese ciudadano del mundo. No en balde le diría Dina Vierny en una oportunidad: “tus esculturas están más vivas que mucha gente”.

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