Maria Elena Mendoza
Cornelis Zitman ha
obtenido diversos premios, entre los cuales se encuentran el Premio Nacional de
Escultura del Salón de Artes Plásticas de Caracas (1951), el Primer Premio de
la Bienal de Escultura de Budapest (1971), el Premio Adquisición del Museo de
Arte Contemporáneo de Caracas en la Bienal de Artes Visuales (1981) y el Premio
Especial del «Kotaro Takamura Grand Prize Exhibition» del Museo Hakone, Tokio
(1982). En 2005 fue condecorado con la Orden del León Neerlandés.
Su estilo se
inspira de forma directa en la morfología de las comunidades indígenas de
Venezuela, sumergiéndose en la figura femenina por medio de unas formas suaves
y directas que tanto recuerdan a artistas de la vanguardia como Maillol.
A día de hoy su
producción está reconocida a nivel mundial y las exhibiciones de la misma se
suceden por todo el mundo, al igual que su participación en las más importantes
ferias de arte.
62 años viviendo
en Venezuela, casado en Venezuela y con hijos venezolanos, Cornelis Zitman,
nacido en Leiden, Países Bajos, el 9 de noviembre de 1926, expresa, casi con
timidez, su triste incomodidad por no haber intentado nacionalizarse después
que un gestor se birlara de su intención de hacerlo, pocos años después de su
llegada al país en 1947.
“Hoy reconozco que
de haberme hecho venezolano quizás me hubiera incorporado a la política y no
hubiera desarrollado el arte y la escultura, pero me siento muy honrado porque
hoy la Fundación Venezuela Positiva me incluye entre sus amigos.”
Heraclio Atencio, presidente
de la Fundación Venezuela Positiva, Bélgica Rodríguez, Carlos Rafel Silva, Oscar
Carpio, Socorro De Armas, entre otros, dieron la bienvenida a un grupo de
allegados al maestro para participar del emotivo acto de entrega de una placa
en reconocimiento a la trayectoria y significancia de la obra artística de
Cornelis Zitman, venezolano de corazón.
“Cornelis Zitman
desarrolla su gran talento como dibujante y luego diseñador al punto que
ingresa como profesor titular en la Facultad de Arquitectura de la UCV,
aportando sus conocimientos, disciplina y extraordinario talento al terreno
estudiantil. Aquí en El Trapiche se desarrolló la mayor parte de su obra,
edificada desde los restos de una chimenea de lo que se pensó incluso fue en
sus inicios, un convento de monjas. Para Venezuela Positiva es un orgullo, un
honor y un privilegio honrar al maestro Zitman el día de hoy”, señaló Atencio.
Desde El Trapiche,
en el valle de La Trinidad, hoy perteneciente al patrimonio nacional de
Venezuela, Cornelis comienza su obra, gracias a lo cual esa asombrosa casa será
en un futuro, un importante centro cultural: el museo Zitman.
Hijo de una
familia de constructores, asistió a la Academia de Bellas Artes de La Haya.
Cuando en 1947 la defensa del imperio colonial holandés amenazaba con llamarlo
a las filas destino a Indonesia, huyó a Venezuela, donde lo esperaba uno de sus
hermanos, residenciándose en Coro. Vera Roos, quien fuera su novia, se reúne
con él, convirtiéndose en su esposa y compañera de toda una vida. Juntos, partieron
hacia Caracas.
“La Mujer sentada” es ante todo una creación que recuerda al
autor su primera ambición, seguir un camino artístico.
“Cuando me dieron
el premio yo dije, ¡esta gente no entiende nada!, cuenta Cornelis ante la risa
de sus invitados, lo que pasa es que el doctor Villanueva (Carlos Raúl) y los
que formaban el jurado veían muy bien. Y vieron cosas que yo no veía, que sólo vi
años más tarde cuando dejé la pintura y me dediqué a ser esculturista”.
La primera obra
escultórica de Zitman se exhibió en 1968 en el principal museo de bellas artes
de Caracas. Poco después, el escultor recibió una visita de Dina Vierny, la famosa
modelo de diversos artistas que había establecido una próspera galería de arte
en el París de la posguerra y fundó el Musée Maillol en 1995. La visita de
Vierny no sólo desembocó en la adquisición de muchas de sus obras, sino que
marcó el comienzo de su carrera internacional, ya que organizó exhibiciones de
su “cher sculpteur” por todo el mundo.
Como el mismo
Cornelis lo recuerda, Venezuela lo atrapó a pesar de las incongruencias con su
estilo y compostura europea. Luego de idas y venidas a Grenada y Holanda
esquivando rigurosidades políticas, como las elecciones de 1958, vuelve para
quedarse en su acogedor Trapiche.
“Lo que hay es que
tener suerte para que cuando uno deja su país, se encuentre con un capitán de
un barco que lo lleve a donde debe llevarle, dice el maestro, ya soy un viejo
que quiere quedarse en su casa. Como no me adapté a la informalidad propia del
país, viví aislado aquí en mi Trapiche y hoy me satisface al menos haber tenido
dos hijos venezolanos y nietos venezolanos, en este país que ha sido mi segunda
casa”.
Cornelis Zitman.
Un artista que entró al arte de la mano de Picasso, vive rodeado de un centenar
de esculturas que él mismo ha catalogado como “un refugio para crear, en
forma íntima, personajes y situaciones
cuya presencia ilusoria se deriva de una realidad de la cual me siento privado,
excluido y que me acobarda al mismo tiempo”. Sin embargo, esa reclusión
voluntaria, alejado de la cotidianidad urbana y evitar agitarse entre sus
coterráneos en la vía de la vida, no evitó que se hiciese ciudadano del mundo.
No en balde le diría Dina Vierny en una oportunidad: “tus esculturas están más
vivas que mucha gente”.
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