jueves, 3 de octubre de 2013

Diego Risquez MI SUEÑO ES MATERIALIZAR LA VERDADEA HISTORIA DE VENEZUELA PARA FUTURAS GENERACIONES

Maria Elena Mendoza E.

Cuando estudiaba comunicación social trabajaba como actor. Más tarde viajó a Francia donde también actuó. Luego pasó un periodo como fotógrafo en Roma. En 1975 regresó a Venezuela para hacer cine y debido a que fue imposible, se dedicó a las artes plásticas. No fue un tiempo perdido pues esa influencia se percibe en sus películas: Goya en Manuela Sáenz, Armando Reverón en Caribe Contempo, Velásquez en America Terra Incognita y Theodore De Brye en Orinoco Nuevo Mundo”.
Director de sus películas y director de arte de películas nacionales e internacionales, y de comerciales para televisión, fue presidente de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos del 2001 al 2004, y confiesa que su sueño es materializar la historia de Venezuela para futuras generaciones. Director de aclamadas piezas como Bolívar Sinfonía Tropical, Orinoco Nuevo Mundo, América Terra Incognita y Caribe Contempo, revoluciona el cine venezolano con una histórica leyenda de amor y pasión que abrazó a un público acostumbrado a ver en las pantallas criollas, los temas más sórdidos y tristes de los barrios y clase pobre de Venezuela: Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador, sorprende al espectador con un lenguaje lleno de magia, realidad y fantasía.  Una película valiente que hacer honor a la mujer casi desconocida, que sin duda, fue el alma y el íntimo soporte de la lucha de Simón Bolívar por la libertad,. Y eso mismo ocurre con Francisco de Miranda, del que sólo se conoce que estuvo preso en La Carraca. Por ello es el personaje que Diego Rísquez se propone rescatar en su próxima, ya andando, producción.
¿Cuál es el diagnóstico que haces del cine venezolano?
Para una cualquier persona ser cineasta en Venezuela, es aspirar al cielo, porque en el país la industria del cine se remite a la publicidad; la industria del cine como tal, lamentablemente, no existe. Desde 1980 hasta el 2000 se hicieron 200 largometrajes, la mayoría de los que tuvieron éxito de taquilla se referían a temas sociales: Macu, Huelepega, Sicario. Esas son las películas que el público venezolano recuerda, las que gustaron. Oriana por ejemplo, que es una excelente película, no se relacionó con el público en general, porque indudablemente al espectador le gustaba el cine que trata la temática social.
- ¿Qué elementos han marcado el cambio de timón en el gusto del espectador de cine en Venezuela?
En los últimos 20 años han aparecido cines alternativos, el festival de cine español, francés, los canales de cable; eso ha permitido una amplitud en el espectador venezolano, que ha sido formado por la televisión. Y a partir de ahí es que se crea el gusto por el cine; por eso es que hay ciertos códigos cinematográficos que funcionan mejor que otros. No sólo en Venezuela sino en otros países. Por eso con esta amplitud ya llegan otros cines con otros lenguajes, por lo que se abre un menú de opciones, variedad en el cine. En Venezuela no teníamos ese menú, ahora podemos ver una película australiana, mexicana, japonesa, española. Hemos avanzado mucho en lo que es el parque cinematográfico, contamos con salas extraordinarias.
Orinoco Nuevo Mundo, estuvo en Venezuela en cartelera mientras que en Francia estuvo tres meses. Esto obedece a lo que te explico, de los códigos de lectura del espectador venezolano, un espectador que está formado por los códigos de la televisión, está reacio a los cambios de la lectura cinematográfica. A mi me interesa sugerirle ideas al espectador y que use su sensibilidad, su conocimiento y su experiencia para reconstruir parte de esa historia. Cuando yo hacía ese tipo de cine que incluye la trilogía, era un cine muy difícil, porque era un cine mudo, muy alegórico, extremadamente simbólico y el espectador no congeniaba con ese tipo de mensaje y le costaba mucho entender los mensajes.
- ¿Pero sin embargo insististe?
Yo insistí e insistí hasta que llegó un momento en que me di cuenta de que había llegado el momento de hacer una película más comercial que le gustara a mi mamá, a mis hijas, a mi abuelita, a las muchachas de servicio, a todas las generaciones y me di cuenta que para hacer eso tenía que introducir unas nuevas fórmulas en mi forma narrativa, nuevos códigos y formas de contar un cuento. Y afortunadamente me salió muy bien. Mis películas son históricas. Manuela fue mi gran película comercial. Llegó a todos los públicos. Mis otras películas no tuvieron el mismo impacto. Manuela era un personaje absolutamente desconocido, a mi me interesaba rescatar ese personaje femenino que de alguna forma fue el hito de la liberación femenina en América Latina. Estaba casi eliminada de la historia porque no tuvo un puesto aceptado al lado de Bolívar.
Eso mismo pasa en el caso de Miranda, yo quiero mostrar el Miranda que estuvo fuera de La Carraca. Es sorprendente como constantemente se publican libros y libros sobre este personaje. Y Miranda es un personaje de una densidad absoluta. En el caso de Manuela hay tres autores que habían tocado el tema de ella, pero en el caso de Miranda es distinto porque la bibliografía es extensísima. Sin embargo, una película tiene el enorme compromiso de condensar en hora y media la vida de alguien que, en este caso vivió 66 años, hay cosas que tienes que dejar fuera. Cada autor tiene una visión distinta de Miranda, entonces yo lo que hago es apoyarme en un hecho histórico y a partir de ahí construyo la película.
- Y tu interés fundamental es ese, el rescate de los personajes de nuestra historia?
Si, a eso he dedicado los últimos 30 años de mi vida.
- ¿Y cómo ves tu eso en un país que dice ahora que apunta al rescate de nuestra identidad?
El cine venezolano ha sido una suerte de cine epiléptico, porque depende de las políticas del gobierno de turno y de la habilidad de la gente que trabaja en el sector cinematográfico, que en la medida en que presionamos, conseguimos más o menos dinero. O sea que la labor del director de cine en Venezuela no es una mera labor creativa sino que tiene lamentablemente implicaciones de carácter político. Nosotros tenemos que ir a la Asamblea Nacional a pelear por un presupuesto digno para el sector al que representamos. Con los cambios frecuentes que surgen en los sectores que regulan el financiamiento del cine, la lucha es constante porque ha generado mucha inestabilidad en el sector.
-¿Es por eso que tampoco han surgido nuevos cineastas?
Yo creo que estamos poco informados sobre lo que está pasando en el mundo en materia cinematográfica. El cine para nosotros es entretenimiento pero no sabemos lo que pasa dentro de la industria. Cuando la gente habla de lo maravilloso que es el cine español, el cine francés, argentino, etc., no entendemos a qué obedece que ese milagro que era invisible para Venezuela, sea ahora posible. Películas como Amores Perros, por ejemplo, cuando el cine mexicano ha formado parte de la vida de nuestros padres y abuelos. Lo que sucede es que hoy en día existe una legislación internacional que ha permitido que surjan producciones como la de Almodóvar, y como tantas de otros países. Lo que debemos hacer como gremio, es tratar que esas avanzadas leyes extranjeras puedan aplicarse a un país como Venezuela. Eso comprende  una cadena de legisladores, productores, directores, dueños de salas de cine. Todo ese ciclo debe ser contemplado en la legislación, incluyendo que un porcentaje de lo que se paga en la taquilla, vaya al Fondo de Desarrollo Audiovisual. Esta propuesta, como un milagro, ha sido aprobada en primera discusión, por unanimidad de todas las fracciones políticas de la Asamblea Nacional, en primera discusión. Falta ahora la segunda, que ha de esperar por no ser prioridad.
- ¿Podría decirse entonces que vamos a un cambio en positivo para el cine nacional?
Nosotros tuvimos la primera Ley de Cine aprobada en 1993, pero está muy limitada. Le quitaron el artículo 18 que hablaba del financiamiento privado a las películas nacionales. Hace cuatro años reintrodujimos esa ley, muy bien estructurada en conversaciones con toda la gente del sector, para crear el marco jurídico, en un país donde no existe tradición cinematográfica, y es la única forma de un resurgimiento en el cine nacional. Queremos aprovechar este cambio de los últimos 10 o 15 años de apertura al cine internacional, como lo estamos viendo, para crear y generar una industria que vaya dirigida a ese nuevo espectador.
Si pensamos en las nuevas generaciones, vemos que muchísimos jóvenes están estudiando comunicación social, están tendiendo a los medios audiovisuales, y sin un marco legal para el sector, va a ser muy difícil que puedan ejercer su carrera.

- ¿Y cómo se hace cine en un país que no tiene una ley clara aprobada para regular la producción cinematográfica?
Existe en Venezuela una organización que se llama Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, y como director puedes llevar tus ideas y concursar para que te asignen un dinero para la producción. Tú envías el proyecto y seleccionan los mejores guiones. Los seleccionados se producen en coproducción con el centro. Francisco de Miranda entró y ganó el concurso. También lo ganó Alfredo Anzola con 1888, la vida de Julio Verne, Alejandro Saddleman, de “Golpes a mi puerta”, y la otra la ganó “Ladrón que roba a Ladrón, tiene cien años de perdón”.
Francisco de Miranda es un proyecto muy complejo porque comienza en 1750, y he tenido mucha dificultad en conseguir locaciones de la época, sobre todo ambientes europeos, porque él pasó 40 años fuera de Venezuela. Fue un hombre que pasó gran parte de su vida gestionando la libertad de Latinoamérica por Europa y es Bolívar quien culmina ese sueño.
La Obra
Para Risquez el cine es un problema espacial. No hay mucha diferencia entre el arte o la pintura. El cine trata de cómo llenar un espacio físico para construir una casa, o cómo hacer un jardín dentro de esa casa. La pantalla es como el lienzo de un pintor, tienes que saber cómo llenarlo. Cómo se cuenta el cuento. Eso es lo importante. Esos problemas espaciales implican elementos: actores, atmósfera, utilería, vestuario, escenografía, música, maquillaje, los parlamentos, etc.
En el caso de Bolívar Sinfonía Tropical, que fue su primer largometraje, era tratar de volver a las aulas del colegio a través de esa iconografía de Tito Salas, Arturo Michelena, Tovar y Tovar, Centeno Ballenilla y trabajar el inconsciente colectivo del venezolano mediante los libros de texto.
En Orinoco Nuevo Mundo, la película comienza en el mundo precolombino con ese paraíso terrenal, ante la llegada de los conquistadores. La primera parte está filmada como un documental antropológico con los indios Yanomami y después de pasar por los hechos cotidianos de esas comunidades de niños, adolescentes y hombres, un chamán ingiere yopo  y comienza a tener visiones premonitoras sobre el futuro de su raza, viendo el tercer viaje de Colón en 1498, en el Delta del Orinoco.
Hay una alegoría del Tirano Aguirre y luego de Fernando Berríos, el último conquistador a la búsqueda de El Dorado. Sir Walter Raleigh, representante de la Corona Británica enfrentado al Imperio Español, Alejandro de Humboldt y Aime Bonplandt, en el descubrimiento del Nuevo Mundo y, al mismo tiempo, el río Orinoco es el protagonista y testigo de distintos personajes que han atravesado sus aguas en tres siglos de historia, incluyendo los personajes mitológicos del Popol Vu y paralelamente, una mujer que es América, dando a luz el río.
América Terra Incognita es como un viaje inverso, en el cual no es el conquistador que viene a abusar de la indiecita, sino el conquistador que vuelve a Europa con los tesoros del Nuevo Mundo, del reino animal, vegetal y mineral. Dentro de este viaje, un cacique indígena que llega al continente europeo, y típico de la época, donde la princesa de la Corte se enamora del cacique, dando así nacimiento al primer príncipe bastardo americano, en el continente europeo. Esta película tuvo un gran éxito en Japón y se proyectó en el Radio City Hall de Nueva York.
Caribe Contempo, alegoría a los diálogos, es un homenaje a ese maravilloso pintor venezolano, Armando Reverón, donde vemos distintos personajes que forman parte de nuestra mitología. Encontramos a Simón Bolívar, María Lienza, la Virgen del Valle, Armando Reverón y su entorno, su universo, incluyendo a Juanita.
Luego vino Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador, la película venezolana más taquillera hasta el momento, en la que el autor se propone rescatar este maravilloso de la historia, además de rendirle un homenaje a la mujer y a lo que fue el romanticismo del Siglo XIX. Manuela encarna perfectamente bien en esa idea del romanticismo. Es quizás su película más completa, desde el punto de vista profesional. Por primera vez utiliza una columna vertebral dramática, con un guión donde los actores lloran, se ríen, se aman, donde pasan muchas cosas y, al mismo tiempo, trato de preservar un cuidado estético, un preciosismo a nivel de la imagen. Es todo una cuestión de lenguaje, de cómo en hora y media de película se narra toda la vida de un personaje como Francisco de Miranda, donde tienes que obviar gran parte de la historia y contar sólo lo esencial, lo más crucial.
-¿Por qué Francisco de Miranda?
Siempre me ha fascinado el personaje. Lo que más conocemos de Miranda, si no lo único, fue que murió preso en La Carraca, cuadro famoso pintado por Arturo Michelena; pero el autor intelectual de ese encarcelamiento fue el propio Simón Bolívar. Por eso es quizás que no sabemos más sobre este personaje tan importante de nuestra historia. Además creo que es nuestro deber enseñar a nuestros jóvenes verdaderos modelos a seguir que no sean Rambo, o Superman. Yo creo que nosotros tenemos nuestra propia mitología, por decirlo de alguna forma.
En este momento la producción está en la fase más difícil que es el financiamiento, en lo que se encuentra Pedro Mezquita que es el productor. El es la persona que está intentando con la empresa privada obtener el dinero. Es un proyecto muy ambicioso y la empresa privada no tiene tradición de financiar el cine venezolano. Está acostumbrada a patrocinar ballet, ópera, espectáculos en el Teresa Carreño pero no el cine. La empresa privada no le ha visto el potencial a la industria como para atreverse. Un show en el Teresa Carreño dura dos días mientras que una película dura por lo menos tres semanas en cartelera.
Diego Risquez, tres veces participante en el prestigioso Festival de Cannes, está absolutamente abocado a la producción de Francisco de Miranda; sin embargo tiene otras ilusiones, otras ideas interesantes que le rondan por la mente. Sigue atrapado por los temas indígenas y las raíces de nuestros Caribes; más aún, la idea de hacer un largometraje sobre Guaicaipuro lo cerca desde hace tiempo y no descarta la posibilidad de realizarla.



Filmografía:
1972: Siete Notas. Cm. ficc. Dirección Carlos Oteyza, guión Carlos Oteyza y Diego Risquez, Carlos Oteyza, Gonzalo Ungaro, Lía González y Alberto D'Enjoy.
1977: A propósito de Simón Bolívar. Cm. ficc. Super 8. Multimedia (cine, teatro, escultura)
1977: Poema para ser leído bajo el agua. Cm. ficc. Super 8.
1978: A propósito de la luz tropical. Cm. ficc. Super 8.
1979: A propósito del Hombre de Maíz. Cm. ficc. Super 8. Multimedia (Cine, video, diapositiva)
1980: Bolívar Sinfonía Tropical. Lm. ficc. Super 8 ampliado a 35mm.
1984: Orinoko Nuevo Mundo. Lm. ficc. Super 8 ampliado a 35mm.
1988: Amérika Terra Incognita. Lm. ficc. Super 8 ampliado a 35mm.
1995: Karibe Kon Tempo. Lm. ficc. 35mm
2000: Manuela Sáenz, Libertadora del Libertador. 97 min, 35mm.

2004: En producción Francisco de Miranda, 97 min, 35mm.

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