Diana
Feo-Corao de Tamayo es una creadora. Una mujer llena de energía, entusiasmo,
pasión y ganas de hacer cosas. Venezolana que ama a su país y nunca se ha
dejado intimidar por las adversidades. En la búsqueda eterna y constante de
bienestar para su familia y amigos, es una optimista que ve oportunidades en
cada crisis, soluciones donde hay problemas y salidas creativas y maravillosas
a los callejones más oscuros que puedan aparecer en su camino.
Diana
es una empresaria de vanguardia,
innovadora y atrevida. En 1974 fundó CONGREX, empresa pionera en el país, en organización
de reuniones, eventos, conferencias, gerencia de asociaciones, viajes y
alojamiento. Soñando lejos, funda más tarde sucursales en Estocolmo, Amsterdam,
Londres, Bruselas, Berlín y en la Agencia Espacial Europea. Con 37 años de
éxito de gestión en el mundo y más de 500 miembros, Congrex consolida su
posición en los mercados internacionales y extiende su cartera de asignaciones
a largo plazo para importantes clientes de asociaciones internacionales. Desde 2003 ocupa la posición de Chairman (o
Chairwoman) de la organización y comparte este proyecto con su “hobby serio”, como
ella lo llama, la creación de los jardines espectaculares que, verticalmente,
comienzan a revolucionar los espacios de algunos locales caraqueños.
La
historia comienza cuando anualmente reunía en su casa a cierto grupo de
amistades para recordar la fecha en que el sistema bancario nacional sufría la
peor crisis de todos los tiempos y alguno de los traviesos comensales del
Almuerzo de las Flores, tomó una foto de su jardín vertical. Una magnífica
creación de Diana Tamayo sobre listones de bambú que ofrecen un entorno
natural, saludable, y evolutivo, ya que su forma y sus colores cambian al ritmo
del crecimiento de su vegetación.
La
foto llegó a manos del Hotel Renaissence, Marriott, de La Castellana y de
inmediato se le pidió realizar el jardín colgante más importante hasta ahora
creado en Caracas, sobre una pared de 300 metros cuadrados. Con ese reto se dio
inicio a esta maravillosa aventura, en la búsqueda de la verticalidad a través
del espacio, adentrándose total y profundamente en la naturaleza, sus razones y
misterios.
Durante
tres meses, más de 35 personas trabajaron de manera directa y unas 300 de
manera indirecta para hacer realidad esta maravilla vegetal en medio de la
Ciudad, 15 mil fueron las plantas sembradas cuidadosamente, más de 80 especies,
limoneros, higueras, granadas, phalenopsias y hierbas aromáticas, solo para
mencionar algunas, todo apegado a su diseño y su creatividad. Así logró “El
Jardín Colgante Entre Hojas”.
El
jardín vertical, o pared vegetal es un nuevo procedimiento que permite
enriquecer una arquitectura por la creación de una pared viva y natural, en
constante movimiento (aspectos, colores) y ofrece a los desarrollistas nuevas
posibilidades para integrar una construcción a su ambiente. El riego se adapta
a las condiciones climáticas para asegurar un crecimiento continuo de las
plantas, con un mantenimiento mínimo. Asimismo, el jardín se transforma en un
ecosistema casi autónomo.
En
ciudades como Caracas donde la construcción no para de crecer y no
necesariamente de manera armoniosa, estos jardines verticales permiten
recuperar espacios urbanos y crear corredores vegetales, cubriendo paredes o
edificios enteros, suavizando el concreto a oxigenando el ambiente.
“Yo
soy una apasionada del construir, hacer, edificar y todo el que esté trabajando
por el país merece ayuda. Cuando el Hotel Renaissence me solicitó hacer este
proyecto, pensé que aun cuando pareciera que las llamas de este país se quieran
apagar, yo haré lo que sea para mantenerlas encendidas”, nos dijo.
Claramente
influenciada por el botánico precursor francés de las paredes vegetales, Patric
Blanc, especializado en plantas del sotobosque tropical, Diana le agradece la
utilización de la alfombra como sustrato para fijar las plantas. El material se
comportó y el trabajo duró.
“Para
mi la pasión es el bambú, incluso desde su origen hasta su transformación, a
través del fuego. Así lo voy secando hasta convertirlo de verde en amarillo,
pero para estas paredes más grandes utilizo la poliamida, que es más delgada
que la alfombra. Voy diseñando e incluyéndole variaciones. Es una suerte de
hidroponía, donde la alimentación le llega 5 o 6 veces al día con un sistema de
riego especial, más productos y minerales”, añade.
Estos
jardines contribuyen a limpiar el oxigeno de las ciudades, contribuir a bajar
la temperatura del planeta y desarrollar soluciones que ayudan al medio
ambiente de una manera creíble y nos ofrecería un aire más limpio y puro.
Entre
Hojas, es este increíble jardín colgante único en su estilo y el primero en
Venezuela, quizás el más grande de América Latina, cuyo génesis se da una vez
que la creadora conoce el espacio, quiénes lo van a disfrutar y el medio
ambiente que lo abraza, jugar entonces con las sombras, las luces, e ir
experimentando en su diseño para lograr que florezca cada vez que corresponda.
“Los
seres humanos hemos destruido mucho pero también hemos encontrado la forma de
solucionar el daño. Lograr la estabilidad y vida de las plantas a largo plazo y
cubrir las estructuras de concreto con seres vivos, como en los jardines
colgantes y verticales, representan una de las revoluciones que el mundo tiene
que desarrollar en el futuro próximo. De alguna manera el muro vegetal verdea
el concreto. Cubrir de plantas el concreto no es ninguna exageración”.
Pero
todo este trabajo excitante tiene un fin todavía más apasionante y loable. El
fruto de esta obra, primera en su categoría en nuestra capital, está destinado
a apoyar los programas de la Fundación Tamayo, de la cual Diana es directora.
La misma tiene por objeto realizar acciones que beneficien a las comunidades de
Taguay, estado Aragua, con miras al logro del
Desarrollo Social Sostenible. Con estos jardines se ha estimulado la producción
de especies vegetales ornamentales en viveros de la citada localidad aragueña y
en otros sectores de Venezuela.
“La
Fundación ha sido esencial para hacer alianzas sociales y desarrollar muchos
proyectos. Preparamos a la gente, la enseñamos a aprender para crecer, explica
Diana, y para poder realizar tantos proyectos, crear, reinventarnos y aportar a
la sociedad es necesario tener un sistema, estructura y profesionalidad. Es la
mejor manera que tengo para describir la clave de funcionar con maestría en
cada empresa”.
Diana
recuerda y destaca que fue criada siempre con el objeto de obtener la mejor
educación. El legado más importante que siempre recibiría estaba en la
academia. La familia siempre como el motor del desarrollo y la independencia.
Para ella la clave del éxito está en la constancia y la perseverancia. De su
esposo, aprendió que la simpleza del pensamiento es más, no menos. “Mientras
más simples son las cosas, menos complicaciones se les consiguen”.
“La
vida hay que vivirla como si no fueras a vivir mañana, sin confundirte en
cuanto a lo que realmente quieres”, narra con evidente entusiasmo esta mujer
que desde los 20 años se empeñó en emprender, en invertir energías en crear
proyectos que no solo fueran rentables sino socialmente responsables: Una
empresa internacional de organización de eventos mundiales, una fundación dedicada
al desarrollo sustentable de varias comunidades y ahora la innovación en la
solución espacial de concreto traducida en muros vegetales que benefician el
medio ambiente y reducen la contaminación. Todo esto de una mujer que no deja
intervalos para el fastidio y se ocupa de sus ocupaciones.
Diana
Feo-Corao de Tamayo es un modelo ejemplar de la mujer venezolana que no se
detiene, que ve las posibilidades de la invención y la construcción en los
lugares comunes. Madre, esposa, gerente y mujer. El modelo ejemplar de la
feminidad venezolana.
mariaelenamendoza.entresocios@gmail.com
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