domingo, 15 de diciembre de 2013

Cubrir de plantas el concreto no es ninguna exageración


Diana Feo-Corao de Tamayo es una creadora. Una mujer llena de energía, entusiasmo, pasión y ganas de hacer cosas. Venezolana que ama a su país y nunca se ha dejado intimidar por las adversidades. En la búsqueda eterna y constante de bienestar para su familia y amigos, es una optimista que ve oportunidades en cada crisis, soluciones donde hay problemas y salidas creativas y maravillosas a los callejones más oscuros que puedan aparecer en su camino.
Diana es una empresaria de vanguardia, innovadora y atrevida. En 1974 fundó CONGREX, empresa pionera en el país, en organización de reuniones, eventos, conferencias, gerencia de asociaciones, viajes y alojamiento. Soñando lejos, funda más tarde sucursales en Estocolmo, Amsterdam, Londres, Bruselas, Berlín y en la Agencia Espacial Europea. Con 37 años de éxito de gestión en el mundo y más de 500 miembros, Congrex consolida su posición en los mercados internacionales y extiende su cartera de asignaciones a largo plazo para importantes clientes de asociaciones internacionales.  Desde 2003 ocupa la posición de Chairman (o Chairwoman) de la organización y comparte este proyecto con su “hobby serio”, como ella lo llama, la creación de los jardines espectaculares que, verticalmente, comienzan a revolucionar los espacios de algunos locales caraqueños.
La historia comienza cuando anualmente reunía en su casa a cierto grupo de amistades para recordar la fecha en que el sistema bancario nacional sufría la peor crisis de todos los tiempos y alguno de los traviesos comensales del Almuerzo de las Flores, tomó una foto de su jardín vertical. Una magnífica creación de Diana Tamayo sobre listones de bambú que ofrecen un entorno natural, saludable, y evolutivo, ya que su forma y sus colores cambian al ritmo del crecimiento de su vegetación.
La foto llegó a manos del Hotel Renaissence, Marriott, de La Castellana y de inmediato se le pidió realizar el jardín colgante más importante hasta ahora creado en Caracas, sobre una pared de 300 metros cuadrados. Con ese reto se dio inicio a esta maravillosa aventura, en la búsqueda de la verticalidad a través del espacio, adentrándose total y profundamente en la naturaleza, sus razones y misterios.
Durante tres meses, más de 35 personas trabajaron de manera directa y unas 300 de manera indirecta para hacer realidad esta maravilla vegetal en medio de la Ciudad, 15 mil fueron las plantas sembradas cuidadosamente, más de 80 especies, limoneros, higueras, granadas, phalenopsias y hierbas aromáticas, solo para mencionar algunas, todo apegado a su diseño y su creatividad. Así logró “El Jardín Colgante Entre Hojas”.
El jardín vertical, o pared vegetal es un nuevo procedimiento que permite enriquecer una arquitectura por la creación de una pared viva y natural, en constante movimiento (aspectos, colores) y ofrece a los desarrollistas nuevas posibilidades para integrar una construcción a su ambiente. El riego se adapta a las condiciones climáticas para asegurar un crecimiento continuo de las plantas, con un mantenimiento mínimo. Asimismo, el jardín se transforma en un ecosistema casi autónomo.
En ciudades como Caracas donde la construcción no para de crecer y no necesariamente de manera armoniosa, estos jardines verticales permiten recuperar espacios urbanos y crear corredores vegetales, cubriendo paredes o edificios enteros, suavizando el concreto a oxigenando el ambiente.
“Yo soy una apasionada del construir, hacer, edificar y todo el que esté trabajando por el país merece ayuda. Cuando el Hotel Renaissence me solicitó hacer este proyecto, pensé que aun cuando pareciera que las llamas de este país se quieran apagar, yo haré lo que sea para mantenerlas encendidas”, nos dijo.
Claramente influenciada por el botánico precursor francés de las paredes vegetales, Patric Blanc, especializado en plantas del sotobosque tropical, Diana le agradece la utilización de la alfombra como sustrato para fijar las plantas. El material se comportó y el trabajo duró.
“Para mi la pasión es el bambú, incluso desde su origen hasta su transformación, a través del fuego. Así lo voy secando hasta convertirlo de verde en amarillo, pero para estas paredes más grandes utilizo la poliamida, que es más delgada que la alfombra. Voy diseñando e incluyéndole variaciones. Es una suerte de hidroponía, donde la alimentación le llega 5 o 6 veces al día con un sistema de riego especial, más productos y minerales”, añade.
Estos jardines contribuyen a limpiar el oxigeno de las ciudades, contribuir a bajar la temperatura del planeta y desarrollar soluciones que ayudan al medio ambiente de una manera creíble y nos ofrecería un aire más limpio y puro.
Entre Hojas, es este increíble jardín colgante único en su estilo y el primero en Venezuela, quizás el más grande de América Latina, cuyo génesis se da una vez que la creadora conoce el espacio, quiénes lo van a disfrutar y el medio ambiente que lo abraza, jugar entonces con las sombras, las luces, e ir experimentando en su diseño para lograr que florezca cada vez que corresponda.
“Los seres humanos hemos destruido mucho pero también hemos encontrado la forma de solucionar el daño. Lograr la estabilidad y vida de las plantas a largo plazo y cubrir las estructuras de concreto con seres vivos, como en los jardines colgantes y verticales, representan una de las revoluciones que el mundo tiene que desarrollar en el futuro próximo. De alguna manera el muro vegetal verdea el concreto. Cubrir de plantas el concreto no es ninguna exageración”.
Pero todo este trabajo excitante tiene un fin todavía más apasionante y loable. El fruto de esta obra, primera en su categoría en nuestra capital, está destinado a apoyar los programas de la Fundación Tamayo, de la cual Diana es directora. La misma tiene por objeto realizar acciones que beneficien a las comunidades de Taguay, estado Aragua, con miras al logro del Desarrollo Social Sostenible. Con estos jardines se ha estimulado la producción de especies vegetales ornamentales en viveros de la citada localidad aragueña y en otros sectores de Venezuela.
“La Fundación ha sido esencial para hacer alianzas sociales y desarrollar muchos proyectos. Preparamos a la gente, la enseñamos a aprender para crecer, explica Diana, y para poder realizar tantos proyectos, crear, reinventarnos y aportar a la sociedad es necesario tener un sistema, estructura y profesionalidad. Es la mejor manera que tengo para describir la clave de funcionar con maestría en cada empresa”.
Diana recuerda y destaca que fue criada siempre con el objeto de obtener la mejor educación. El legado más importante que siempre recibiría estaba en la academia. La familia siempre como el motor del desarrollo y la independencia. Para ella la clave del éxito está en la constancia y la perseverancia. De su esposo, aprendió que la simpleza del pensamiento es más, no menos. “Mientras más simples son las cosas, menos complicaciones se les consiguen”.
“La vida hay que vivirla como si no fueras a vivir mañana, sin confundirte en cuanto a lo que realmente quieres”, narra con evidente entusiasmo esta mujer que desde los 20 años se empeñó en emprender, en invertir energías en crear proyectos que no solo fueran rentables sino socialmente responsables: Una empresa internacional de organización de eventos mundiales, una fundación dedicada al desarrollo sustentable de varias comunidades y ahora la innovación en la solución espacial de concreto traducida en muros vegetales que benefician el medio ambiente y reducen la contaminación. Todo esto de una mujer que no deja intervalos para el fastidio y se ocupa de sus ocupaciones.
Diana Feo-Corao de Tamayo es un modelo ejemplar de la mujer venezolana que no se detiene, que ve las posibilidades de la invención y la construcción en los lugares comunes. Madre, esposa, gerente y mujer. El modelo ejemplar de la feminidad venezolana.

mariaelenamendoza.entresocios@gmail.com

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