Maria Elena
Mendoza
@marielmendozae
Desde hace ya
mucho tiempo Italia y Francia, reconocidos por la producción de abanicos en el
siglo pasado, dejaron de fabricarlos; sin embargo, España continúa la
tradición, a pesar de las nuevas tendencias para “echarnos aire”, y en Valencia
existe una producción de estos coquetos accesorios que se exporta a todo el
mundo.
En Caracas,
Irene Calcaño, quien desde pequeña se destacó por la creatividad de sus dibujos
y proyectos musicales, ha desarrollado como buena emprendedora una artesanía
abaniquera que, en la patria ibérica, causaría una revolución sorprendente de
esta legendaria industria.
Luego de
emigrar de la literatura y la pintura y alcanzar el éxito como escritora de
telenovelas en RCTV, Irene se vio sin profesión un buen día y retomando sus
dotes de artista plástica decidió firmar sus obras de arte, esta vez en
abanicos, como “Calo”, así como firmaba sus pinturas.
“Me vi
obligada a retomarme como pintora, pero había perdido años, y jamás podría
competir con artistas plásticos de trayectoria, de manera que tenía que
buscarme un nicho vacio, y fueron los abanicos. Fue una aventura loca porque la
Venezolana no es dada a usarlos, pero mi intuición me guió, y gracias a la Virgen
del Valle, tuve éxito, a tal punto que hoy en Venezuela a los abanicos se les
dice CALO, y a mí, curiosamente, me llaman la ‘Dama del Abanico’.”
Irene se
confiesa artista desde pequeña. Desde los 3 años bailaba, cantaba, pintaba, decoraba,
diseñaba, escribía. Y siempre con éxito: “Me escogían de solista, mis dibujos
ganaban los concursos en el Colegio, mis trabajos siempre estaban en la cartelera,
y ya en quinto grado, sin haber estudiado música, formé un coro, al que dirigí
hasta tercer año”.
A los 15 años
diseñaba sus vestidos de baile, los de su hermana y hasta el vestido de novia
de una que otra amiga. Con todos esos dones Irene no sabía de lo que estaba
hecha.
“Tenía todos
esos dones y NO LO SABIA. No sé si fue porque en mi casa nadie me lo dijo o
porque asumieron que al tenerlos me daba cuenta y era mejor no celebrarlos ni aplaudirlos,
no fuera que terminara en una buhardilla en Roma, de actriz, en la televisión, o en algún burdel
de Paris. El hecho es que fui becada para estudiar en La Real Academia de San
Fernando en Madrid, pero me enamoré, me casé, y perdí la beca, con la inmensa
fortuna de que mientras mi matrimonio fracasaba, en Venezuela fundaban la Escuela de Artes en
la Universidad Central de Venezuela, con cinco menciones, y allí, en medio de
escritores, músicos, cineastas, teatreros, actores, poetas y locos, por primera
vez en mi vida me sentí, en casa, en mi tienda, con mi camada. ¡No era un enano
verde! Con ellos, me descubrí y lo más importante: me gusté”.
Su papá insistió
en que tomara clases con Pedro Centeno Vallenilla, reconocido pintor y además
cercano a la familia, lo que contribuyó a que fuese aceptada en su taller, a
pesar de su cortísima edad. Pero solo asistió a dos clases, porque cuando su
mamá se bajo a buscarla, vio que el modelo era un hombre desnudo, y las clases
de pintura se acabaron para ella, “que se dedique a pintar bodegones, flores,
para allá no vuelve más”, le dijo.
Irene Calcaño
se dedicó a escribir telenovelas posteriormente y con mucho éxito.
“Cuando me cerraron
el canal (RCTV) y me quedé como astronauta sin NASA, a falta de trabajo, todos
mis amigos colegas con quienes escribía, se exilaron, porque aquí ya no había
oportunidades y me vi obligada a retomarme como pintora, pero había perdido
anos, y jamás podría competir con artistas plásticos de trayectoria, de manera
que tenía que buscarme un nicho vacio, y fueron los abanicos. Fue una aventura
loca pero mi intuición me guió, y gracias a la Virgen del Valle, tuve éxito, a
tal punto que hoy en Venezuela a los abanicos se les dice CALO, y a mí,
cómicamente, me llaman la “Dama del Abanico”. Y hoy en día me los encargan
desde Madrid, Marbella, Miami, México, Panamá, Colombia, en fin…me he vuelto
internacional, más de lo que fui escribiendo telenovelas”.
La muestra está en estos abanicos que son más que
un accesorio, son una obra de arte.
abanicalos@gmail.com